“La guerra contra la corrupción debe ser ganada porque es una guerra para preservar los fundamentos del Estado y de la sociedad” Horst Schönbohm
Por: Lorena Rubiano Fajardo
Los ciudadanos del común, los de a pie, los que defendemos la democracia con sus resquebrajadas instituciones, judiciales y administrativas, exigimos al nuevo Congreso que inicia actividades el 20 de julio, que sea un Congreso admirable, pleno de conductas ejemplares.
Esa es la única forma, la única posibilidad histórica que tienen los miembros del Senado y de la Cámara de Representantes de recuperar la dignidad y el prestigio perdido. Y no vamos a hablar de personas sino de la institución como tal.
Y dentro de ese marco tienen la gran oportunidad, sin atropellar a las minorías, de realizar una gran tarea legislativa estudiando y aprobando grandes y profundas reformas al estado colombiano, para modernizarlo y volver a encuadernarlo dándole las herramientas jurídicas y administrativas posibles para enfrentar retos como la globalización, la depuración de sus diferentes ramas y sobre todo hacer la más grande y completa reforma agraria que nos devuelva la vocación agropecuaria que no debimos haber perdido en ningún momento.
No debemos permitir que la más representativa de las instituciones democráticas como es el Congreso de la Republica, se derrumbe y sucumba entre la corrupción y el desprestigio. Cuando un funcionario público o un representante del pueblo, comete un delito en el ámbito de sus funciones constitucionales, es un ataque bajo a la democracia. Lo periodistas tendremos la obligación de no generalizar y de divulgar y denunciar los hechos concretos y específicos de actos antiéticos y delictivos que logremos detectar.
Proponemos a los congresistas, como en el fútbol, un juego limpio, sin zancadillas y sin trapisondas para buscar beneficios personales o gremiales. Todo por encima de la mesa, para evitar los micos en las leyes y ampliamente debatido con participación ciudadana. Debemos llevar al Congreso a la población, a la opinión pública, que estén vigilantes y no haya leyes particulares o leyes con nombre propio.
En esta celebración del bicentenario de nuestra independencia ese sería un gran regalo para un país que viene de estar sumido en toda clase de escándalos, que nos tienen como dicen en mi tierra hasta el cogote.
Estaremos como veedores ciudadanos pendientes de cada movimiento, de cada ley, de cada actividad para ayudar a que nuestros padres de la patria no se desvíen de sus obligaciones constitucionales, democráticas y sociales. Y como en la escuela estaremos atentos a que asistan puntuales a las sesiones y que contribuyan con su sapiencia a que salgan verdaderos proyectos que beneficien a toda la ciudadanía y para que ostenten orgullosos el título de representantes del “pueblo”.
Es muy posible que la corrupción no desaparezca de inmediato ,pero lo que sí debe cambiar es la actitud de gobernantes y ciudadanos y para lograrlo nuestra actitud, debe ser enérgica y muy radical ,sin caer en la cacería de brujas .Esta labor ciudadana contra la corrupción exige gestos y acciones sinceras , reales y no retóricas, acciones contundentes, directas y claras, por supuesto que estén dentro de las normas constitucionales .El nuevo Congreso enfrenta una disyuntiva histórica: Entre ser un Congreso Admirable o un Congreso indigno.Señores Senadores y Representantes : no le fallen a Colombia .