Por: Juan Manuel López C.
Al tomar el libro de Gerald Martin “Gabriel García Márquez; una vida” pensaría uno que se va a enfrentar a 15 días de lecturas medianamente interesantes sobre las diferentes circunstancias y anécdotas que pueden constituir la vida de un gran escritor: encontrar en la parte literaria cuáles fueron los autores que lo influyeron, sus fuentes de inspiración, su formación académica, y en general la explicación de cómo nacieron sus obras; y en la parte biográfica, una cronología de cómo y dónde creció, con descripciones de las diferentes etapas de su niñez, adolescencia y madurez.
No es eso lo que uno encuentra… O mejor dicho, es eso y muchísimo más.
La obra de Martin es la biografía de Gabo; y por supuesto se refiere y explica el origen de muchos de sus personajes y de sus cuentos; y está escrita bastante a lo García Márquez. Pero más que el libro es esa vida en sí, la que, por ser más real –o simplemente real-, puede ser la mejor de las obras del realismo fantástico.
Su genealogía como la investigó el autor deja en pañales las historias de los Iguarán y los Buendía; muestra, como lo ha dicho García Márquez, que tiene igual o más de cineasta frustrado que de escritor realizado; el biógrafo no lo ve tanto como un artista sino como un político en ejercicio permanente de sus convicciones ‘revolucionarias’ o ‘socialistas’, y es bajo ese referente que enmarca su actividad alrededor de los grandes del mundo y el contenido de sus escritos; y al tiempo que describe los trabajos y dificultades que pasa para llegar adonde está, señala como detrás de ello hay una especie de inspiración mesiánica que hace que Gabo siempre se haya sentido predestinado para ese éxito y convencido que su función es ponerlo al servicio de sus ideales.
Tiene esa biografía muchos de los méritos que pudieran casi equipararla a escritos de ‘nuestro’ Nobel: el tiempo de maduración (20años para presentar esto apenas como ‘un adelanto’); el rigor en la investigación; el estilo mismo (a pesar de ser escrito en inglés, la traducción da el mismo ambiente y en partes se confunde con el estilo Gabiano). Pero no es que esta biografía sea mejor que los libros de Gabo: es que la historia de la vida de Gabo puede ser aun más apasionante que sus escritos.
No puedo dejar de pensar en el Maestro Escalona, una de las pocas personas que Gabo reconoció admirar, y la única que con nombre y apellido propio menciona en su obra.
Con motivo de la biografía del Maestro escrita por Consuelo Araújo, las programadoras de Caracol y RCN coincidieron en que sería un magnífico seriado, tanto por la vida como por las canciones del compositor. Contrató la una a Daniel Samper como guionista y la otra a la Cacica a quien además pagó los derechos de autor. Esto llevó a disputas y demandas entre las programadoras, y a peleas de compadres entre ellos y con Escalona, porque preguntaba él “y yo, ¿es que no tengo ‘derechos de autor’ sobre mi vida?” (Al Maestro en últimas le reconocieron una ‘pichurria’; RCN y Caracol negociaron sus diferencias; y con el compadre y la comadre acabaron todos a la larga haciendo en alguna forma las paces).
Como no hay posibilidad como en el caso de Escalona de que acabe buscando si le pagan ‘derechos de autor’ sobre su vida, sería un bello desquite para Gabo realizar para la pantalla la serie sobre su vida (con seguridad un éxito).