Planteó el Gobierno Uribe tres motivos de queja contra el Gobierno Chávez ante el Consejo de Seguridad de la ONU: 1) Que Venezuela está presentando amenazas de guerra; 2) Que no tiene interés o no ha dado explicación sobre los 9 nacionales colombianos que estaban jugando un partido de fútbol y aparecieron después muertos cerca a la frontera; y 3) Que ha tomado medidas que reducen las relaciones de comercio entre los dos países.
Lo bueno, que se vinculan canales institucionales y mecanismos diplomáticos para manejar la situación; y que se crean los antecedentes ante la comunidad internacional, y así, si se llega a un conflicto real, la posición de Colombia está ya documentada.
Lo feo, que estos pasos no son muy fundamentados y no tienen la perspectiva internacional con la cual se presentan: son poco procedentes y su objetivo es mediático ante la opinión nacional.
Lo malo, que es precisamente en ese terreno donde parecería que la posición colombiana es más débil.
Todos los analistas coinciden en que hasta ahora Chávez es más lo que ha hablado que las acciones que ha tomado, que parece un caso de ‘perro que ladra no muerde’. Como alguien lo comentó, lo que hay que destacar es la facilidad con que pasa del agravio al abrazo.
El caso Uribe puede ser más el contrario: Colombia fue el único país que –con Estados Unidos- respaldó o aceptó el golpe de Estado contra Chávez; además dio asilo político a quien ejecutó el golpe; con el caso de Ecuador tiene en su historial el ataque a países vecinos, y lo que es más grave, la reivindicación del derecho a hacerlo; nombró como Ministro de Defensa a un político que ha hecho carrera sobre la base de atacar al presidente venezolano; en el registro de Venezuela está que fueron capturados un grupo de paramilitares cuyo objetivo era asesinar al mandatario de ese país, y en Colombia el testimonio de los ex funcionarios del DAS parece ratificar que así fue y que esa institución estaba vinculada (el gobierno colombiano en ‘política de micrófono’ defendió la inocencia de los acusados y no se sabe en que está o terminó ese proceso); con el secuestro de Granda en territorio Venezolano se violaron las leyes internacionales y también las leyes nacionales del vecino país; Uribe llegó al punto de proponer que se considerara a Venezuela como ‘país terrorista’ por su posición ante las FARC, lo cual es equivalente a excluirlo de la comunidad de naciones.
Sería de destacar entonces que Uribe termina en los mismos grandes abrazos, solo que después de lo que son actos agresivos y no palabras.
En este capítulo sí que ve lo que sus respectivas extracciones han podido marcar sus temperamentos.
Chávez tiene la prevención de quien ha ascendido de una extracción humilde; la visión del chafarote formado en lo militar, donde el que manda manda; y el desenfado y lo descomplicado del Caribe, y así se expresa.
Uribe lleva el carriel en la cabeza, a más de ‘gallito de pelea’ le gusta la apuesta fuerte, juega con su capacidad de convencer como culebrero, y tiene la idea de que la alternativa a ello es la barbera. Ve el mundo como el dueño del Ubérrimo, gusta gobernar como un capataz con mando directo sobre todo, y le gustaría que su relación con lo que lo rodea fuera como la del chalán con su caballo.