
Durante años, los habitantes de Bogotá han sido testigos de una intervención constante y, a menudo, caótica en dos de sus arterias viales más emblemáticas: la carrera séptima y la avenida Caracas.
Bajo las administraciones de Enrique Peñalosa, Claudia López y ahora Carlos Fernando Galán, estas vías han sido objeto de múltiples intentos fallidos por aliviar la congestión vehicular, resultando en soluciones ineficaces, costosas y, en última instancia, perjudiciales para los residentes y comerciantes que dependen de ellas.
La historia reciente de estas vías está marcada por la improvisación y la falta de una visión integral.
Se han movido carriles, se han cambiado sus usos repetidamente, y la paciencia de los ciudadanos se ha puesto a prueba una y otra vez.
La modificación de los carriles de la Caracas para la implementación del sistema Transmilenio fue un punto de inflexión, alterando radicalmente la dinámica de la vía. Sin embargo, la actual administración parece decidida a exacerbar aún más la situación.
La construcción del Metro Elevado, que atravesará la avenida Caracas, se presenta como la más reciente afrenta a la lógica técnica y al bienestar de quienes tienen sus negocios y hogares a lo largo de esta importante vía.
Ignorando las posibles consecuencias negativas en términos de congestión adicional, ruido y afectación al comercio local, la decisión parece impulsada por consideraciones políticas más que por una planificación urbana sensata y a largo plazo.
El abuso sobre la avenida Caracas y sus habitantes parece no tener fin, imponiendo una carga desproporcionada sobre una comunidad que ya ha soportado suficientes alteraciones.
Hay más y mejores opciones
Resulta desconcertante que, mientras la séptima y la Caracas son sometidas a una experimentación constante y fallida, otras vías paralelas que podrían ofrecer soluciones reales al problema de la movilidad en Bogotá permanezcan en gran medida desatendidas.
Las carreras 13, 17, 24 y 9 son corredores viales que, con una inversión adecuada y una planificación estratégica, podrían transformarse en ejes troncales alternativos, descongestionando significativamente la séptima y la Caracas y ofreciendo a los ciudadanos opciones de movilidad más eficientes y equitativas.
La pregunta que surge inevitablemente es:
¿Por qué esta obsesión con intervenir una y otra vez las mismas vías, hasta el punto del abuso hacia sus residentes y comerciantes, en lugar de explorar y desarrollar el potencial de estas alternativas paralelas?
¿Por qué ningún alcalde ha propuesto seriamente la creación de una, dos o incluso tres vías troncales en estos corredores olvidados?
La respuesta a esta interrogante podría estar en una combinación de factores, que van desde la inercia administrativa y la falta de visión a largo plazo, hasta la influencia de intereses particulares y la miopía política.
Sin embargo, la realidad es que esta falta de atención hacia las vías alternas perpetúa un modelo de intervención vial centrado en soluciones parche que no abordan la raíz del problema de la movilidad en Bogotá.
Es hora de que la administración distrital y los futuros líderes de la ciudad reconsideren su enfoque.
En lugar de seguir abusando de la paciencia de los bogotanos con intervenciones ineficaces y costosas en la séptima y la Caracas, es imperativo dirigir la mirada hacia el potencial sin explotar de las vías paralelas.
La creación de nuevas troncales en las carreras 13, 17, 24 y 9 no solo aliviaría la presión sobre las vías actualmente congestionadas, sino que también abriría nuevas oportunidades para el desarrollo urbano y la mejora de la calidad de vida en diferentes sectores de la ciudad.
Bogotá merece una planificación urbana que sea visionaria, equitativa y respetuosa con sus ciudadanos.
El abuso constante de la séptima y la Caracas debe cesar, y la atención debe dirigirse hacia la construcción de un sistema de movilidad más diversificado y sostenible, que aproveche el potencial de todas las vías de la ciudad y ponga fin a la obsesión por intervenir inútilmente las mismas arterias viales una y otra vez.