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Lo que está en juego es mucho más que un debate sobre la personalidad de Gustavo Petro

Sin embargo, lo que está en juego es mucho más importante que un debate sobre la figura presidencial: es el futuro de un país que busca romper con un modelo feudal y avanzar hacia una verdadera justicia social.

Lo que está en juego es mucho más que un debate sobre la personalidad de Gustavo Petro

En Colombia, la estrategia de la oposición ha sido clara: enfocar su discurso en la personalidad del presidente Gustavo Petro para desviar la atención de los cambios profundos que se están dando en el país. 

Este mecanismo no es nuevo en la política; deslegitimar a un líder a través de su carácter y sus decisiones personales es una táctica efectiva cuando no se tienen argumentos sólidos para debatir sus reformas. 

Sin embargo, detrás de esta estrategia hay un temor latente de las élites tradicionales que ven amenazados sus privilegios en un sistema que, hasta hace poco, funcionaba casi como una economía feudal.

¿Qué está pasando?

El país ha estado gobernado históricamente por una élite político-empresarial que controlaba los principales sectores económicos y de servicios. 

Desde las Entidades Promotoras de Salud (EPS) hasta los fondos de pensiones, pasando por los peajes, el gas, el transporte público como TransMilenio y las universidades privadas, todo estaba bajo el dominio de unos pocos. 

Esto generaba una economía donde el pueblo, en lugar de beneficiarse de los recursos públicos, terminaba tributando de manera directa e indirecta a este grupo de poderosos.

El gobierno de Gustavo Petro ha buscado cambiar esta realidad a través de reformas estructurales que devuelvan el poder y los beneficios de estos sectores a la ciudadanía. 

No es casualidad que las principales críticas a su administración provengan de aquellos que ven en riesgo su monopolio sobre estos recursos. 

La oposición, tanto de la derecha tradicional como de sectores autodenominados de centro, se ha unido en una campaña constante de desprestigio, utilizando el debate sobre la personalidad del presidente como un distractor para evitar hablar de los cambios reales que se están implementando.

Independientes al servicio de la derecha

Figuras como Humberto de la Calle, Sergio Fajardo, Juanita Goebertus, Cathy Juvinao, Claudia López y Carlos Fernando Galán, quienes en su momento fueron vistos como alternativas políticas, han terminado alineándose con los sectores tradicionales que han controlado el país durante décadas. 

Aunque en el discurso pueden mostrarse como independientes, en la práctica han servido de dique de contención contra las reformas del gobierno. Esto demuestra que más allá de las ideologías, lo que verdaderamente los une es el temor a perder el control sobre los sectores estratégicos del país.

Uno de los puntos más críticos en esta lucha de poderes ha sido la reforma a la salud. 

Durante años, las EPS han manejado enormes cantidades de dinero provenientes del sistema público, pero con una lógica de negocio que ha dejado a miles de colombianos sin acceso a una atención médica digna. 

La reforma planteada por el gobierno busca acabar con este modelo de intermediación para que los recursos lleguen directamente a los hospitales y centros de salud, beneficiando a la población en lugar de a un puñado de empresarios. 

Sin embargo, la oposición ha preferido centrar el debate en la personalidad de Petro, en su estilo de liderazgo o en sus mensajes en redes sociales, desviando la discusión sobre el fondo del problema.

Lo mismo ocurre con la reforma pensional, donde se busca garantizar que los recursos de los trabajadores no sean manejados exclusivamente por fondos privados que generan grandes ganancias para unos pocos mientras miles de personas se quedan sin una pensión digna. 

En lugar de discutir los alcances de esta reforma, los ataques se concentran en el supuesto autoritarismo del presidente o en su pasado político, sin entrar en el debate real sobre las desigualdades del sistema actual.

¿Cuál es el temor a Petro? 

El temor de la oposición no radica en la personalidad de Gustavo Petro, sino en el hecho de que su gobierno está generando cambios que afectan los intereses de quienes han gobernado durante décadas. 

La estrategia de desviar la atención hacia aspectos superficiales de su liderazgo es una maniobra para evitar que la ciudadanía comprenda la magnitud de las transformaciones en curso. 

Mientras el pueblo se mantenga entretenido con debates sobre el estilo del presidente, los sectores de poder pueden seguir intentando frenar las reformas que buscan redistribuir los beneficios de la economía.

En definitiva, la verdadera lucha en Colombia no es sobre la personalidad de Gustavo Petro, sino sobre quién tiene el control de los recursos y las instituciones del país. 

La oposición, compuesta tanto por la derecha tradicional como por sectores tibios que han demostrado ser parte del mismo sistema, ha encontrado en la crítica constante al presidente una forma de mantener su dominio. 

Sin embargo, lo que está en juego es mucho más importante que un debate sobre la figura presidencial: es el futuro de un país que busca romper con un modelo feudal y avanzar hacia una verdadera justicia social.

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