
En los últimos días ha crecido una ola de indignación en redes sociales, especialmente en la plataforma X (antes Twitter), en respuesta a un artículo publicado por El Espectador que señala a algunos influenciadores por su cercanía con el gobierno del presidente Gustavo Petro.
El texto, respaldado por el director del medio, Fidel Cano, ha sido calificado como una pieza de estigmatización, censura y ataque directo contra quienes defienden un proyecto político progresista en Colombia.
Resulta profundamente preocupante que un medio con la trayectoria de El Espectador, que históricamente fue blanco del terrorismo del narcotráfico por su defensa de la verdad y la libertad de prensa, hoy actúe como un verdugo mediático.
Señores de @elespectador y señor @fidelcanoco,
— Alexander Klein (@AlexKleinO) April 9, 2025
Quienes militamos en la izquierda no somos "huestes petristas" ni "peras crudas" sino ciudadanos cansados de un país que no respeta los más mínimos derechos humanos.
Les solicito dejar de perfilarme o tomaré acciones legales.
El giro resulta doloroso y contradictorio para quienes venían considerando al periódico como bastión de la libertad de expresión.
La crítica no parte únicamente del contenido del artículo, sino del tono y la intención con que fue escrito: se cuestiona que el medio señale con nombre y foto a influenciadores, como si fueran parte de una estrategia oscura por el simple hecho de simpatizar y defender públicamente al gobierno.
Los afectados no han guardado silencio.
En una petición dirigida al presidente Petro, varios activistas han solicitado medidas de protección.
Señalan que el impacto del artículo va más allá de una publicación polémica: ha generado amenazas reales, ha expuesto públicamente a personas en redes sociales y ha incentivado una narrativa de persecución ideológica.
“Presidente, son 18 los señalados con foto, y decenas de cuentas de TODOS los activistas más notorios. Somos muchos los afectados. Por favor encaminar los esfuerzos de protección hacia todos nosotros”, han expresado.
La crítica de fondo apunta a que El Espectador parece haberse convertido en un censor de opiniones, en contravía de su propio legado. En lugar de promover la diversidad de pensamiento y la crítica abierta —pilares del periodismo democrático—, el medio cae en el señalamiento político e ideológico.
Esta actitud representa una violación directa al derecho constitucional al libre pensamiento y expresión, y por tanto, puede considerarse una forma de censura, especialmente grave por venir de un medio de comunicación.
He visto que El Espectador en X ha negado la petición de rectificación de algunas personas mencionadas en el artículo polémico, la excusa que da básicamente es que en el artículo no hay nada que sea mentira, algo como:
— Hanwen Zhang 🐲张汉文 (@hanwenzhang1982) April 9, 2025
“¡Usted sí trina a favor de Petro y usted sí tiene…
La indignación se intensifica al ver la respuesta del medio ante las críticas.
En lugar de rectificar, corregir o abrir un espacio para el diálogo, El Espectador insiste en defender su postura. En respuesta a solicitudes de rectificación pedidas, el señor Fidel Cano, director del diario, no hace una sola mención sobre los errores de fondo del artículo original. No se reconoce la falsedad de algunas afirmaciones, ni se ofrece espacio para que los señalados aclaren su posición.
De manera aún más preocupante, Cano sugiere que la confusión de quienes no fueron incluidos entre los 18 influencers es culpa de ellos por no pagar la suscripción al medio y no poder leer el artículo completo.
Esta respuesta no solo es condescendiente, sino que evade la responsabilidad ética y periodística que implica hacer señalamientos públicos. Además, sigue sin aclararse ni corregirse la narrativa central del artículo: la insinuación de que tener un contrato con el Estado implica que los comentarios de una persona en redes sociales están dirigidos o pagados por el gobierno.
Esta afirmación es peligrosa y distorsiona la realidad, generando desconfianza y polarización.
Le tocará demostrar ante un juez que nuestras obligaciones contractuales tienen como objeto defender el gobierno de Gustavo Petro. Con tanto estudio y tantos años el señor no pudo entender que el problema no es la publicación de unos contratos públicos, el problema es la…
— Julieta (@LaJulietaMM) April 9, 2025
Más allá del artículo puntual, el hecho refleja una tendencia preocupante
La alineación de ciertos medios de comunicación con intereses económicos que buscan silenciar o deslegitimar el pensamiento progresista. No se trata simplemente de un desacuerdo editorial, sino de una disputa por el derecho a opinar libremente, a defender ideas, y a participar activamente en la conversación pública sin miedo a ser perseguido o amenazado.
Lo que está en juego no es solo la reputación de los 18 señalados, sino la salud de la democracia misma.
Cuando la prensa actúa como juez y parte, y utiliza su poder para perseguir ideológicamente a ciudadanos, se corre el riesgo de convertir la libertad de prensa en un instrumento de dominación, en lugar de un canal de verdad.