El surgimiento de profesionales jóvenes, educados y con potencial para liderar procesos políticos es un fenómeno que se debería observar dentro del progresismo colombiano. Sin embargo, a pesar de poseer considerables capacidades intelectuales y profesionales a menudo se encuentran excluidos de los círculos de liderazgo dentro del gobierno.
Esta exclusión no sólo sofoca el potencial de nuevas perspectivas e ideas innovadoras, sino que también plantea interrogantes sobre la inclusión y los principios democráticos dentro del progresismo colombiano.
Un ejemplo de ello se encuentra actualmente en el gobierno, en el que la élite cercana al presidente y su familia pasa por alto a un grupo importante de progresistas, jóvenes profesionales honestos, armados con educación, experiencia y entusiasmo.
Esta tendencia excluyente no sólo es perjudicial para el movimiento, sino que también plantea desafíos más amplios a los principios de meritocracia y representación igualitaria.
La exclusión de los jóvenes profesionales a menudo se debe a estructuras de poder profundamente arraigadas.
Preocupa la falta de liderazgos progresistas en la administración pública, no se ve renovación por ningún lado y más aún habiendo muchos jóvenes profesionales capacitados dentro del progresismo haciendo activismo en sus lugares pero sin reconocimiento de la élite cercana al presidente
Las élites establecidas, que han ocupado hasta ahora posiciones de influencia, pueden dudar en ceder el control o compartir la autoridad de toma de decisiones con la generación más joven.
Esto está llevando al gobierno progresista a descuidar mucho material joven que podrían inyectar nueva energía e ideas.
Eso debería ser motivo de alerta para el futuro del movimiento, ya vamos casi en que prepararse y estudiar es sinónimo de corrupción
Un factor que contribuye a esta exclusión es la percepción de la cercanía al presidente como único determinante de la capacidad de liderar. No hay procesos democráticos dentro del movimiento que generen nuevos cuadros directivos.
El hecho de que Gustavo Bolívar en menos de dos años haya renunciado al senado, fracasado al aspirar a la alcaldía de Bogotá y ahora asuma la dirección de Prosperidad Social genera preocupación por la falta de nuevos liderazgos dentro del progresismo
La élite existente podría argumentar que su confianza y amistad con el presidente les otorga una comprensión única de sus complejidades. Sin embargo, esto ignora las nuevas perspectivas, los enfoques innovadores y los conocimientos tecnológicos que los jóvenes profesionales aportan.
No hay una organización política acertada
La falta de una organización política organizada y democrática puede crear barreras para los jóvenes profesionales que aspiran a ascender en la escala del liderazgo.
Alegando asuntos éticos y de honestidad una élite cercana al presidente está perpetuando un sistema cerrado donde el acceso a puestos de toma de decisiones está limitado a unos pocos elegidos, a menudo basado en conexiones personales o lealtad.
Esto da como resultado un sistema que no logra capitalizar el potencial de sus miembros diversos y calificados.
Aunque aclaramos que de los recientes nombramientos efectuados por el gobierno nacional, todos tienen su merecimiento y hacen parte de la confianza del presidente y de su lucha contra la corrupción, es preocupante la falta de nuevos cuadros.
Las consecuencias de excluir a los jóvenes profesionales van más allá del potencial individual reprimido. Socava los principios democráticos que el progresismo en Colombia dice defender.
Hay que abrir las puertas a nuevas figuras.
La exclusión de una parte significativa de tanto joven talentoso que ayudó desde las regiones al gobierno en campaña contradice la noción de gobernanza representativa, donde diversas voces y perspectivas contribuyen a procesos sólidos de toma de decisiones.
Para abordar esta cuestión, es crucial que se reconozca y valore las contribuciones de los jóvenes profesionales en todas las regiones del país.
Implementar procesos de selección de liderazgo más inclusivos, como elecciones abiertas o nombramientos basados en méritos, puede ayudar a derribar las barreras que obstaculizan el ascenso de personas capaces.
Además, fomentar programas de tutoría que cierren la brecha entre los líderes establecidos y los profesionales emergentes puede crear un entorno más colaborativo y armonioso.
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