Hay un tema difícil de abordar pero que debería ser objeto de reflexión, y es que realmente ¿somos como sociedad, en pequeña o gran medida, irresponsables en nuestro comportamiento?
Esto a propósito del acatamiento de las medidas de cuarentena y toque de queda en medo del manejo de la pandemia en que vivimos.
A primera vista se podría decir que una parte de la sociedad es irresponsable en su forma de actuar. Los ejemplos son muchos, las fiestas que se realizan, algunas clandestinas otras visibles, reuniones familiares y sociales, la falta de aplicación de las medidas de bioseguridad, como el mal uso del tapabocas o ignorar el distanciamiento, entre otras cosas, y que se ven a diario, podrían indicar el comportamiento irresponsable de la sociedad, o parte de ella.
Pero la cuestión es más compleja y requiere intentar comprendernos como sociedad, con todas nuestras diferencias y particularidades.
Por ejemplo el uso que se le da al espacio público es bastante diciente. En todo el país, sin importar la región, el espacio público es usado con fines privados a pesar que todos sabemos que es público, es decir de todos, pero no nos importa que se violen las normas para facilitar las ventas ambulantes, el parqueo de vehículos, el depósito de materiales de construcción, la ubicación de publicidad, entre otras cosas.
Esto es solo para señalar que los usos y costumbres sociales están arraigados en la conciencia colectiva, que se concibe el espacio público como algo susceptible de uso privado, a pesar de lo contradictorio que pueda parecer, y eso es socialmente aceptado, sino por todos por parte de la población.
Años de campañas educativas y de medidas restrictivas, que incluyen la aplicación de disposiciones coactivas, no han logrado cambiar esa situación. Claro que hay circunstancias económicas que hay que considerar, cerca de la mitad del país se dedica a la informalidad y ven en el espacio público el lugar de trabajo, pero lo cierto es que esa costumbre no ha cambiado y parece que se afianza a pesar de todo.
Y así se podrían enumerar otros comportamientos sociales similares, la música a alto volumen en comercios y viviendas, arrojar basura en lugares y tiempos inadecuados, el consumo de bebidas alcohólicas y sustancias psicoactivas en parques y canchas, y otros más. Que a pesar de las regulaciones y restricciones se siguen presentando.
Puede parecer simplista pero la realidad es que el comportamiento social no es fácil de cambiar, más aun cuando se combina con factores económicos, tradiciones y modos de pensar fuertemente arraigados en las comunidades e individuos.
Por eso frente a la pandemia y las medidas que demanda enfrentarla se hace necesario insistir en la pedagogía a cada sector poblacional, grupo etario y región del país, para lograr cambiar usos y costumbres, formas de pensar y actuar, y hasta maneras de concebir lo público y relacionarse socialmente.
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