La manera eficiente para enfrentar la pandemia es con tamizaje masivo, aislamiento de positivos y de sus contactos, tapabocas, jabón y distancia, incluyendo a toda la población, donde el 9% de ella es de adultos mayores. El confinamiento sirve por tiempos cortos para hacer más lento el contagio.
El mayor riesgo de morir a partir de los 70 años ha sido el argumento engañoso para confinarlos. ¡Obvio!
Todas las insuficiencias respiratorias agudas graves en adultos aumentan el riesgo de muerte a mayor edad. En ese equivocado orden de ideas, habría que hacer el corte a los 60, pues de lo contrario dejaría en alto riesgo al 57% de los adultos mayores, que somos un grupo heterogéneo conformado por sanos, discapacitados y enfermos con riesgos diferenciales: hay 700 mil discapacitados, dependientes o con demencia, que, sin salir de casa, muchos se han contagiado y muerto.
También hay 79% de adultos mayores sanos y productivos en lo económico y en lo social, que son autónomos y muchos de los contagiados han superado el Covid_19. Sabemos medir las consecuencias, cuidarnos, y comprendemos las arbitrariedades. Cerca del 45% de los mayores de 60 años permanecemos en el mercado laboral. Entre 70 y 79 años disminuye al 30%, y a partir de los 80 años, se reduce a 5,8%.
El tele-presidente, incapaz de gobernar, o dar salidas sociales y económicas a los sectores más vulnerables, o controlar los desmanes de la fuerza pública, libera el confinamiento parcialmente y se autoproclama “protector” de los abuelos, logrando que el miedo confunda a hijos y nietos, y que la arrogancia de algunos, escondidos en cifras mal entendidas y fuera de contexto, avalen una medida discriminatoria, inconstitucional, y por, sobre todo, ineficiente en la pandemia.
Si miramos los números antes de la pandemia, no difieren mucho de lo actual: la tasa de mortalidad de adultos entre 65 y 69 años fue de siete por 100 mil habitantes; entre 70 y 74, catorce; entre 75 y 79 años, treinta y cuatro; y en mayores de 80 años, 116 por 100 mil habitantes.
Las causas: enfermedad cardiovascular, cáncer y enfermedades respiratorias. La consigna es el auto cuidado. El Estado poco pudo.
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