Tengo una amiga que admira a Rodolfo Hernández y dice que escuchándolo a él comenzó a interesarse en la política. Con ella sostuve en días recientes este diálogo:
Yo a usted no lo entiendo, Jorge. Dice estar a favor de Leónidas Gómez para la gobernación de Santander, pero ataca muy duro al alcalde de Bucaramanga, dizque por corrupto. Y Leónidas dice que Rodolfo Hernández “es mi maestro”. ¿Entonces…?
Vamos por partes, Malena: en Colombia hay muchos equivocados de buena fe, como los hubo con tantos que creyeron en Uribe y hoy son conscientes de su error. Leónidas está convencido de que Rodolfo es un hombre correcto, y es respetable que piense así. Yo creía lo mismo, pero comencé a sospechar cuando se destapó lo de Vitalogic; y salí de dudas con el informe de Caracol de hace unos días, donde se hace evidente que el papá siempre estuvo enterado de las andanzas de su hijo. Él no era ninguna rueda suelta.
¿O sea que Leónidas debería dejar de apoyar a Rodolfo?
Es que de por medio hay una razón pragmática, de conveniencia política: a Leónidas le sirven los votos de los miles de admiradores (también equivocados de buena fe) de Rodolfo. Eso es respetable.
Otra vaina bien rara en usted: dice estar con Leónidas, pero en una entrevista para El Espectador le dio muy duro.
Yo usé la misma fórmula irreverente que él aplicaba en esos días, incluso contra gente en apariencia respetable, como el rector de la UIS. Me fui hasta la sede de Leónidas a entrevistarlo, sí, pero más que todo a tratar de ‘sacudirlo’. (Ver entrevista).
¿Y cómo lo encontró?
Lo encontré estresado, es cierto, pero enfocado en lo que cree. Ahí entendí por qué decidió apartarse unos días de la campaña. Él es un hombre sensible, con alma de artista. Es la persona que Santander necesita para enderezar las cosas: un empresario de la cultura, honrado, con espíritu altruista, de verdad comprometido contra la corrupción. A diferencia de Rodolfo, Leónidas no tiene ninguna “mancha”. Y quiere lucirse.
Usted dice que Leónidas es culto. ¿Le pareció muy culto atacar a una entidad tan prestigiosa como la Universidad Industrial de Santander (UIS)?
Es que Leónidas no atacó a la UIS, Malena; acusó a su rector. Yo también quedé sorprendido con lo que dijo en ese foro y me dio por averiguar, y encontré que podría tener razón, pues el rector Hernán Porras al parecer sí tiene “rabo de paja”.
¿Cómo así? Cuente.
Porras carga a cuestas con dos denuncias, la primera ante la Procuraduría: en los contratos suscritos para la realización de diseños arquitectónicos y de ingeniería en la UIS, después de la llegada de Porras a la rectoría, tomando como referencia los valores pagados durante el periodo 2004-2014, se habría presentado un aumento de más del 500 por ciento en el valor de esos estudios. Parte de esa denuncia alega que para la construcción del edificio de Ingeniería Mecánica ya existían diseños arquitectónicos por un valor de 60 millones de pesos, pero se habría realizado un nuevo contrato en el año 2016 por una suma superior a los 213 millones.
¿Y la otra denuncia?
La otra es ante la Contraloría y se relaciona con la construcción de un edificio de cinco pisos en un lote donde antes estuvo la casa de la mamá del rector. La denuncia apunta a saber de dónde salió la plata para su construcción, y pide confirmar si las empresas que hoy contratan obras con la UIS a través de la División de Contratación y la División de Planta Física, fueron las mismas que construyeron el edificio de Porras en la carrera 32B No. 17-20, barrio San Alonso de Bucaramanga. Ahí el demandante pide que la investigación la adelante la Contraloría General de la Nación, “dado que existe una reconocida amistad entre el Contralor Departamental y el actual rector de la UIS”.
Cambiando de tema, ¿usted por qué odia a mi amado Rodolfo, si él es tan buena persona?
Yo no odio a nadie, esto no es asunto de odios. Se trata de cumplir con la misión más sagrada del periodismo: ir en busca de la verdad. Y llegados a la verdad, afilar la pluma de la denuncia ante casos como el de Rodolfo, un Tartufo de la política que finge lo que no es y a quien la gente le come cuento porque habla en tonito camorrero.
Se nos puso shakesperiano…
Tartufo no es Shakespeare sino Moliere. Y es en serio: Rodolfo irrumpe en la escena política como una reedición trasnochada de Uribe en 2002, cuando la gente indignada pedía a grito herido mano dura contra las FARC. Hoy piden lo mismo -mano dura- pero contra la corrupción, y la bandera cayó en manos de un tipo que coincide con Uribe y con Claudia López en que también es gritón. Está científicamente comprobado que a la indocta gleba nacional le fascinan los gritones.
Creo que se salió del tema, George…
No del todo. Hablo del absurdo implícito en que un sujeto de comprobada catadura corrupta como Rodolfo Hernández pretenda aparecer como el adalid de la lucha contra la corrupción. Muchos chats del hijo de Rodolfo dejan en evidencia que el papá no solo sabía de sus andanzas, sino que actuaban coordinadamente: es que además de Vitalogic está lo del Acueducto (denunciado por Yesid Lancheros) y lo de unas “antenas”, revelado por Juan David Laverde de Caracol. Y hay más: ¿viste Noticias Uno el domingo pasado? Ahora resulta que hasta la esposa, Socorro Oliveros, está involucrada en lavado de activos mediante una compra ilegal de 170.000 dólares. Y todo con pleno conocimiento del alcalde, de eso no puede caber duda.
¿Sí ve que usted sí odia a Rodolfo?
No es cierto. Son “calumnias de la oposición”. ¿Sabes qué me impresionó de mi última columna? En la página de Facebook de El Espectador, donde hubo un agitado debate, por lo menos el 80 por ciento de los foristas reaccionó airadamente frente al título (Rodolfo Hernández, un corrupto que finge ser honrado), acusando al medio y al columnista de habernos puesto a favor de “los corruptos”. Pero, ¡se notaba a leguas que no la habían leído! ¿Y por qué no la leen? Porque creen con fe ciega en su admirado alcalde. ¿A eso cómo se le llama? Alienación colectiva.
Ahora lo noto bravo…
Bravo no, indignado. Enardecido. Es que se nos viene otro Uribe con ínfulas de dictador y camuflado en el discurso de la anticorrupción, pero ahora en versión anciano cascarrabias. Y para colmo de males, corrupto. El anterior, mafioso y paraco; este, un corrupto con piel de oveja.
¿Le traigo una agüita de valeriana?
No, Male. Tráeme un café oscuro, casi cerrero, con una pizca de Amaretto. Hay que estar bien despiertos para resistir los embates de lo que se viene. Esto va a desembocar en algo muy feo. Ya Estados Unidos informó que no le preocupa que Juan Guaidó esté vinculado con grupos paramilitares o narcotraficantes. O sea, nos quedó claro quiénes tienen la sartén por el mango.
De nuevo se salió del tema.
Bueno, esta vez sí. Aunque no del todo…
DE REMATE: Miles de colombianos creen con fe ciega en la inocencia, honradez y transparencia del hombre al que solo unos pocos juzgamos como corrupto, no porque así opinemos sino porque hay pruebas de peso que dan cuenta de ello. Esos miles de ingenuos admiradores del caudillo en ciernes se niegan a considerar la validez probatoria contenida en unos chats cuya veracidad es incuestionable. Prefieren permanecer ciegos en su ilusión. La verdad les incomoda.
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