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“Mi hermano Max fue un hombre bueno”: Amada Luisa – (Por: Pedro Severiche A.)

“Mi hermano Max fue un hombre bueno”: Amada Luisa – (Por: Pedro Severiche A.)

Yo soy Amada Luisa, una de los 16 hermanos que tuvo Maximiliano Vergara Martínez, el hombre que, siendo presidente de la Asamblea de Santander en 1989, fue asesinado en su Estación de Servicio La Cordialidad aquí en Barrancabermeja, cuando justo me había dejado en mi casa para volvernos a ver a las 2 de la tarde. De eso hace ya 30 años.

A Maximiliano aún lo recordamos con mucha tristeza, con profunda tristeza. Fue un buen hermano, un buen papá, un buen amigo, fue un buen vecino.

Max era una persona emprendedora. A él le aprendí la tenacidad en todo. Siempre nos decía que no dejáramos nada para después, que después ya era tarde.

Su muerte

Ese día yo estuve con él hasta el mediodía. Me dejó en la esquina de mi casa para encontrarnos a las 2 de la tarde, como ya dije. Al llegar a la estación para reunirme con él de nuevo, me entero de que le habían dado bala. Estaba con su hija Catalina, de sólo 4 años de edad, en sus piernas cuando los sicarios le dispararon.

Él no muere el mismo día del atentado. A él se lo llevan para Bogotá al Hospital Militar. El día primero de septiembre se pone muy malo, y el día 2, a las 7 de la mañana, Maximiliano muere hace ya 30 años.

Su familia

Nuestro padre fue Maximiliano Vergara Naranjo e Hilda Martínez de Vergara nuestra madre. Ella dedicada al hogar y papá fue empleado público como funcionario de la Caja Nacional de Vivienda. Murió siendo el Director de la Inspección de Tránsito y Transporte de Barrancabermeja.

Mi papá nunca quiso que ninguno de sus hijos se metiera en política, a pesar de ser él un reconocido líder conservador. Nos tenía prohibido ser políticos, pero a Maximiliano siempre se le veía que llevaba ese gusanito por dentro.

Cuando mi padre muere, durante el novenario, hicieron presencia los dirigentes del Directorio Municipal Conservador a la Estación de Servicio. Recuerdo que allí estuvieron, entre otros, el señor Castilla (padre de Gilberto), el señor Ortega, lo mismo que los señores Luna y Calao. Todo ese combo llegó a donde Maximiliano a decirle que cogiera él las banderas azules del partido en Barrancabermeja.

Maximiliano reunió entonces a todos sus hermanos y nos dijo: “Papá ya no está y yo siempre he querido ser político. Pregunto: ¿Ustedes me apoyan?”. Por supuesto que le dijimos que sí, y ahí arrancó su brillante carrera política.

Max salió a hacer política y en un año ya repuntaba. En sus segundas elecciones, mi hermano sacó tres concejales y en el 88 ya estaba en la Asamblea. Como ya dije, él muere siendo presidente de la Asamblea de Santander, quizás ha sido el único diputado que como presidente de la duma departamental muere asesinado.

¿Por qué lo matan?

No sé qué pudo haber pasado para que le quitaran la vida a mi hermano. No lo sé, pero tampoco queremos saberlo. Quién haya sido, ya tuvo que haber pagado, o lo va a pagar, porque tendrá que rendir cuentas a Dios.

Se dijeron tantas cosas para encubrir la verdad. Pero no hay duda, esto fue algo político. Nada nos saca de la cabeza que fue la política el móvil de su crimen. Maximiliano llevaba muy buen camino. Estoy segura de que Max hubiera alcanzado a ser Senador de la República y quién sabe qué más.

No tuvo título profesional, pero era un hombre muy inteligente, inquieto y lo mejor: leía mucho. Como político no descansaba. Su directorio permanecía abierto siempre. Por eso la gente sabía dónde encontrarlo cada vez que lo necesitaba. No es como ahora que la gente piensa que ser político es únicamente abrir una sede antes de las elecciones y ya. Por eso las banderas de Maximiliano se fueron perdiendo, porque quienes lo sucedieron, no siguieron su ejemplo.

Su recuerdo

Mucha gente recuerda a Max con especial afecto y cariño. Muchas personas nos dicen “yo soy algo en la vida por su hermano”, “yo estoy empleado por Max”, “yo me pensioné por Maximiliano”, o “yo tengo mi casa gracias a su hermano Max”. Hasta la carrera 28 de esta ciudad lleva su nombre, como homenaje a su vida y a su obra.

Maximiliano tuvo 7 hijos. Catalina, la niña que él tenía en sus piernas el día del atentado, hoy es una joven de 34 años de edad. Ella, al igual que todos nosotros, es otra víctima más de la violencia ciega que tanto daño le ha hecho a este país.  A Max lo seguimos recordando con mucha tristeza, con profunda tristeza, a pesar de los años…

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