Hoy la narcocracia lava sus dineros con la corrupción estatal y con ella eligen a todos los niveles. Luego gobiernan.
Lo recuerdo como un campero que se detiene en el semáforo que daba acceso a la carrera ochenta de Medellín. Hacía poco tiempo residía en esa increíble y bella ciudad a propósito de mis estudios en cirugía.
Me detuve a pocos centímetros del auto, al tiempo que una moto me sobrepasaba por la izquierda, se detenía unos segundos, los suficientes para descargar las balas que darían muerte al conductor del campero.
Sin saber que hacer, sin entender suficientemente lo que acaba de presenciar, no atinaba a sobrepasar el vehículo del conductor asesinado hasta cuando los pitos ensordecedores me hicieron reaccionar y salir del lugar.
Eran los tiempos de la narcocracia de Escobar. Hoy el país entero está sumido y condenado a las tinieblas.
La narcocracia como camaleón se transformó en corrupción estatal. Inunda e involucra cada vez más capas de la sociedad y a las que no, las atemoriza o las vuelve indolentes.
Esa narcocracia mató a Galán y a cuanto dirigente pusiera en riesgo su plan diabólico de toma del poder.
También mataron al monstruo de Escobar en contubernio con la DEA y los Pepes, como se llamaron para entonces los paramilitares.
Mataron a Galán y continuaron asesinando a miles, decenas de miles, líderes sociales, colombianos sacrificados que mueren con un pedazo de nuestra esperanza.
Hoy la narcocracia lava sus dineros con la corrupción estatal y con ella eligen a todos los niveles. Luego gobiernan. La justicia infiltrada, intimidada, actúa episódicamente. La sociedad se confunde, la confunden, la polarizan para confundirla.
Hoy como hace treinta años la lucha es contra el negocio y la cultura del narcotráfico. Necesitamos que el Consejo de Estado devuelva la personería jurídica al Nuevo Liberalismo, pues sería la entidad que aglutinara con credibilidad las fuerzas sociales para esa lucha gigantesca.
Los herederos de Galán tienen su legado, tienen el compromiso de aglutinar de nuevo a los colombianos.
Los colombianos queremos arroparnos en esas banderas. Otros dirigentes enterraron al nuevo y al viejo liberalismo.
No nos dejemos engañar, los narco -negociantes mandan como lobos con piel de oveja y no están dispuestos a retroceder.
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