El voto en blanco no es una opción, hay que convertirlo en un voto útil, “contra el regreso del uribismo al poder”
Nos quedan 5 días para terminar de convencer a los que no han votado en primera vuelta por Gustavo Petro, ya mucho se ha avanzado y hay que terminar la vuelta.
A los que lo hicieron por otro candidato o los que simplemente no salieron a votar. A los que ahora están pensando en votar en blanco.
Los que no lo tienen por dogma, sino como una opción. Conversemos con todos ellos.
Por eso, me alegró mucho leer la columna del profesor Mauricio García. Un liberal (filosóficamente hablando) que votará por Petro porque sabe que el uribismo de nuevo en el poder es peligroso para el país.
Y con él, decenas de juristas, académicos y líderes de opinión acompañan a la Colombia Humana.
En esta recta final no todo está dicho. Hay que seguir haciendo el trabajo. Vale la pena insistir hasta el último momento. Hablen con sus amigos indecisos o indiferentes. Pregúntenles por sus opciones.
Pónganse en sus zapatos y empiecen a hacer el trabajo. Es fácil explicar que nada puede ser más peligroso para el país que el uribismo retorne al poder en cuerpo ajeno y eso hay que hacerlo con detenimiento, con cariño, con sinceridad.
Recuerden a sus amigos que fue Uribe, a través de la compra de votos en el Congreso, quien modificó la Constitución para poner en marcha su reelección y de no ser por la Corte Constitucional, habríamos tenido que soportar otro periodo presidencial y quien sabe cuántos más.
Recuerden que Duque llama a Uribe el “eterno presidente” y eso es un mensaje directo sobre lo que nos espera: una reforma constitucional para permitir la reelección de Uribe y así garantizar de por vida la impunidad de todos los crímenes cometidos en su gobierno, pero además un gobierno profundamente conservador donde se gobernará con la biblia y no con la constitución, donde se mantendrá la dramática concentración de la riqueza y se profundizará la desigualdad social.
El uribismo ha logrado engañar a muchos con el cuento de que si gana Petro nos volveremos como Venezuela.
Y para eso se ha valido de poderosos medios de comunicación y de falsa publicidad que se difunde a través de redes sociales.
Nada más lejos de llegar a la situación del vecino país. Al rededor del candidato de la Colombia Humana se ha conformado una coalición de movimientos sociales, partidos políticos, hombres y mujeres públicos e intelectuales que durante toda su vida han defendido el sistema democrático, las libertades individuales y la división entre los poderes del Estado.
Mientras alrededor de Duque, la clase política tradicional le apoya en la sombra, porque sabe de su impopularidad en el electorado, sin contar pastores evangélicos multimillonarios y ultraderechistas, parapolíticos y sus familiares que les reemplazan en el Congreso.
Petro no tendrá el apoyo de esta corte siniestra porque eliminará cupos indicativos, auxilios y mermeladas de todos los sabores.
Les quitará el oxígeno del que viven para comprar los votos que les mantienen en sus curules. Petro además no permitirá que se apruebe la reelección de él o de cualquier otro, como Uribe.
Para la segunda vuelta, Petro ha derrumbado las mentiras sobre su extremismo ideológico y su incapacidad de trabajar en equipo. Desmontó la idea de la constituyente.
Hizo alianzas con el centro político con liberales, los verdes, la UP, El Polo Democrático, el PTC y todos los grandes movimientos sociales del país, estudiantes, trabajadores, mujeres, afrodescendientes, indígenas, LGTBI, campesinos.
Respetará los Acuerdos de Paz y la iniciativa privada, luchará contra la corrupción y respetará la diversidad. Igualmente prometió más derechos sociales y una reforma tributaria que alivie a los pobres y asalariados y elimine exenciones a las grandes fortunas para así luchar contra la inequidad.
Su programa y sus ideas se resumen en una profundización y modernización del país, reduciendo la desigualdad y la segregación social que padece la mayoría.
Prometió además no perseguir a la oposición, ni chuzar a periodistas y magistrados como lo hizo Uribe. Prometió invertir más en educación y mejorar los sistemas de salud y pensiones.
Hace 4 años, cuando la segunda vuelta fue entre Santos y Zuluaga, salieron a votar más de 2.5 millones de colombianos que no lo hicieron en la primera.
La posibilidad de que el uribismo, en ese entonces encarnado en Zuluaga, retornara al poder, llevó a los colombianos a salir masivamente a las urnas y decidir en favor de la paz. Este escenario se repetirá este año, en el que no solo está en juego el proceso de paz sino el Estado Social de Derecho.
Que pierdan los corruptos que ya están agrupados en un solo bando. Que ganen los ciudadanos y trabajadores libres. Que ganen los decentes. Los pobres. Los humildes. Los excluidos. La clase media. Que gane la política de la vida, del amor, de la esperanza.
El voto en blanco no es una opción, hay que convertir este voto en un voto útil, en un voto pragmático como lo llamara Mauricio García, en un voto en contra de “las arbitrariedades que seguramente vendrán con el regreso del uribismo al poder”.
Estamos a 5 días y vamos a dar la vuelta.
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