Por: Edwin Palma Egea
Hace más de una década crucé, por primera vez, las puertas de la sede de la Escuela Nacional Sindical en Medellín. Simplemente sentí curiosidad por una de esas atractivas convocatorias que hacen en formación sindical y política. Era la primera vez que conocía a personas de otros sindicatos y a destacados profesionales en una labor que se toman muy en serio, pero es poco reconocida: creer, defender, promover, asesorar y formar al sindicalismo colombiano.
No tardé en conectarme con su equipo. Aprendí a conocer su importancia para el movimiento sindical y para los trabajadores del país. En ese entonces su director era Norberto Ríos, vinculado con la historia del movimiento sindical antioqueño para también del país y uno de sus fundadores. Recuerdo que por esos entonces lo llevamos a Barrancabermeja para conversar un poco sobre los asuntos sindicales. Yo apenas me iniciaba en el movimiento.
Luego llegó Luciano Sanín a la dirección y conocí su enorme capacidad de trabajo, su comprensión de los contextos, que siempre iban más allá de la de muchos, su capacidad de proponer estrategias que permitieran al sindicalismo enfrentar las nuevas realidades del mundo del trabajo y verlas como oportunidades, su amplio conocimiento del derecho laboral, del sindicalismo nacional, pero también del internacional. Su indudable militancia de años en el sindicalismo, que va de la mano siempre con su gran creatividad para impulsar el crecimiento y el fortalecimiento de los sindicatos.
Aprendí mucho de él durante todos sus años al frente de la Escuela e incluso compartimos una conferencia internacional del trabajo. Hoy es uno de mis buenos amigos de lucha sindical y política. Alrededor de ellos, la ENS ha contado con un equipo de profesionales, convencidos de que otra realidad es posible. Especialistas en derecho laboral, en salud laboral, en comunicación, en organización, en derechos humanos, en investigación y en negociación colectiva, todos al servicio de la clase trabajadora colombiana. No solo son trabajadores, sino que tienen profundas convicciones sindicales. Son militantes de la causa de poner al sindicalismo en el centro de la democracia.
La Escuela no solo es importante para los trabajadores y sindicatos del país, sino también necesaria. Ayuda a los trabajadores a organizarse en sindicatos, asesora, educa, investiga, comunica, propone, pero sobre todo se adapta al mundo del trabajo que todos los días se transforma. Las nuevas generaciones de trabajadores no tienen la culpa de haber nacido en estas épocas, pero sí tienen culpa las organizaciones que no piensan estratégicamente para enfrentar estos tiempos de cambio. La ENS ha sabido hacer eso muy bien.
En un país tan difícil para los trabajadores como Colombia, una institución como la Escuela Nacional Sindical es indispensable. Sus informes han servido a muchas organizaciones para poner a gobierno y empresarios en dificultades ante instituciones internacionales. En la OCDE, la OIT o el Congreso de los EE. UU. los representantes del gobierno colombiano han tenido que lidiar con los contundentes datos que arrojan las investigaciones de la Escuela sobre el sindicalismo en Colombia. Hasta Fedesarrollo, el centro de pensamiento de los empresarios, tiene en cuenta sus informes e investigaciones por serias y bien sustentadas.
La ENS se autodenomina como “una organización dedicada a la defensa de los derechos de los trabajadores y trabajadoras de país para que sean protagonistas de la sociedad, los inspira un futuro en el que los trabajadores y trabajadoras de Colombia puedan expresarse libremente, sin temor a ninguna forma de violencia. en el que se respeten sus derechos, sin importar su oficio, creencias, sexo o color de piel”.
Gran parte de mi recorrido sindical lo he hecho al lado de sus enseñanzas. Si algo me ha enseñado a ser menos dogmático, pero más militante de la causa de los trabajadores, es lo que he aprendido de la Escuela Nacional Sindical.
La Escuela se comunica de una forma novedosa y de eso tenemos que aprender las organizaciones sindicales si queremos lograr ser actores políticos decisivos y crecer.
En el 2014 la USO por primera vez se hizo acompañar de su asesoría con excelentes resultados. Este año lo está haciendo Sintracarbón y así lo hacen decenas de organizaciones sindicales que han visto, que la mejor forma de negociar, es llegar altamente informados, tener la iniciativa, hablar con la opinión pública e interactuar eficazmente con las bases. Algo en lo que la Escuela Nacional Sindical es innovadora y experta.
Como si fuera poco, la Escuela, convencida de que el cese de la violencia política puede permitir el crecimiento del movimiento sindical, se involucró de lleno en la agenda de paz. Se la ha jugado por la socialización y la difusión de toda la negociación e implementación de los acuerdos hacia el movimiento sindical e incluso se atrevió a hacer una propuesta de agenda laboral y sindical para el posconflicto que tuvo gran acogida.
El pasado mes la Escuela celebró 35 años y lo hicieron en grande. Y por eso esta columna es un pequeño homenaje a su nuevo aniversario. La ENS está a la vanguardia de lo laboral en Colombia y comprometida con movimiento sindical, tiene mucho por hacer, y seguramente lo seguirá haciendo. Su papel junto al sindicalismo es indispensable, es su centro de pensamiento y sin duda alguna, su plataforma intelectual. Los sindicatos y sindicalistas esperamos mucho de ella. La necesitamos y le agradecemos.
La Escuela ayuda a los trabajadores a organizarse en sindicatos, asesora, educa, investiga, comunica, propone, pero sobre todo se adapta a las transformaciones del mundo del trabajo.
Larga vida para la Escuela Nacional Sindical.
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EDWIN PALMA EGEA es un habitual columnista de BARRANCABERMEJA VIRTUAL. Puede ser contactado en el correo electrónico: [email protected] Consulte el blog de Edwin Palma en: http://laboralistapalma.blogspot.com/
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