Ediorial El Medio Magdalena
Es una de esas realidades que en honor al nobel de literatura colombiano se bautizan como macondianas y para el caso de Barrancabermeja se refiere a la actualidad de la movilidad y el transito en las vías de esta urbe en expansión. Es paradójico que mientras las calles se hacen cada vez mas intransitables debido a la invasión rampante del espacio público, a semáforos en mal estado, a las ventas ambulantes, a vehículos descargando mercancías a cualquier hora, a los cada vez más extendidos y profundos huecos en el pavimento, a vehículos de transporte público y transportadores informales que irrespetan todas las normas y hasta el sentido común, a estos vistosos conos que ubicados en las calles se usan para parcelar partes de las vías públicas, y a cientos de mas hechos, la entidad local encargada de facilitar el tránsito dedica sus esfuerzos, tiempo, recursos y planeación a combatir el transporte informal en motocicleta.
Y esto es paradójico porque mientras la gran mayoría de ciudadanos ven afectados sus derechos, una minoría se ve beneficiada de los recursos públicos al usar la estructura de una entidad pública para hacer rentable un negocio venido a menos.
Esto no es algo nuevo, hace años que se plantea esta situación, pero lamentablemente el nuevo gobierno no ha sido capaz de quebrar esta situación, que ya es costumbre pública y somete a la mayoría de ciudadanos a los designios de unos pocos. Porque es cierto, los recursos públicos, que son de todos los barranqueños, se han dedicado a beneficiar a unos pocos. Mientras se hacen retenes en todo el perímetro urbano en contra de la actividad del transporte informal, las calles se hacen cada vez más intransitables. Hay que señalar que es deber del gobierno atacar toda actividad que este por fuera de lo establecido en las normas, pero también es cierto que la administración pública debe velar por los principios constitucionales y los derechos ciudadanos, como podrían ser la movilidad o la seguridad vial. En esta encrucijada habría que apelar por un equilibrio que defienda los derechos de la minoría, los transportadores formales, pero que también vele por los derechos de las mayorías, conductores, peatones y hasta transportadores informales.
Esto quiere decir que aunque hay que evitar el transporte informal no se pueden dedicar los recursos del Estado solo para este fin. La ciudadanía reclama mejores vías, semáforos funcionales, agentes de tránsito prestos a desembotellar calles, a corregir antes que a sancionar, a servir de referente en la conducción en las vías, entre otras cosas; también la población clama por orden y controles, a la carga y descarga de mercancías, al tránsito de vehículos pesados, a la invasión de las calles, en fin, a regular el uso de este bien público.
Pero hay que reiterar que aunque esto es más que conocido, y manifestado, por toda la población desde hace años, además del temor de frente a los megaproyectos que se van a llevar a cabo en la ciudad se presiente que esto a empeorar por el simple hecho de que aumentaran los vehículos de todo tamaño circulando por las ya insuficientes calles de la ciudad, no se ven señales que desde el gobierno municipal este actuando de fondo sobre esto. Hay una falta absoluta de un análisis serio o de al menos creatividad para proponer soluciones a los problemas que día a día sufren los que transitan las calles de este municipio. La administración municipal sigue en el sopor de la tradicional, esa costumbre, de enfrentar el problema de la movilidad de manera unidireccional y simplista, sin ninguna capacidad de analizar la situación desde su complejidad. Hay que reiterar que este problema no es nuevo pero también no es nueva esta forma sencilla y hasta pusilánime de enfrentarlo. En este sentido se esperaba más de un alcalde con dos gobiernos en su haber, pero penosamente para la ciudad en el tema de movilidad y transito las cosas cada día están peor y el gobierno municipal lo encara como si nada pasara.