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Unamuno y Serpa

calderonPor: Jaime Calderón Herrera

El día que Horacio Serpa concluyó su mandato como gobernador de Santander, se conmemoró el fallecimiento, hace 75 años, de Don Miguel de Unamuno.

No hace mucho tiempo, Serpa, parodiando a Unamuno, exclamó: ¡Venció, pero no convenció!, refiriéndose entonces al triunfo de Uribe en la contienda electoral por la presidencia de Colombia.

El 12 de octubre de 1936, en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, donde don Miguel fungía como rector, en intervención provocada por la del profesor Francisco Maldonado, propagandista de La falange, y quien había ofendido a catalanes y vascos calificándolos como cánceres al interior de la nación, y luego de que el comandante de La Legión, el general Millán-Astray gritara: «Muera la intelectualidad traidora» «Viva la muerte», Unamuno remató su encendido discurso con la frase: ¡Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis!

El tiempo pareciera darle razón a Serpa en su alusión a Unamuno.

Don Miguel fue un intelectual incansable y contradictorio, calificado como rebelde y paradójico, trascurrió su vida atormentado por las dudas existenciales. Concibió la filosofía como la herramienta que tiene el hombre para vivir, para saber a qué atenerse. No concilió con el monarca Alfonso XIII, enfrentó la dictadura de Primo de Rivera, criticó La República y confrontó a Millán.

Unamuno definió su misión como «la de despertar al dormido». Junto a Antonio Machado conformaron una poderosa llave intelectual en los inicios del siglo XX y realizaron una profunda reflexión sobre la sociedad española de sus tiempos. Posiblemente la sensibilidad de estos dos intelectuales por los pobres y excluidos y el repudio a los «señoritos» parásitos de entonces, debieron estimular a Serpa, en algún momento, para la construcción de su quehacer político.

Líder indiscutible, Serpa se consolidó en los ochenta con verbo aguerrido y encarnó la reivindicación de los débiles, en medio de las complejidades de nuestro conflicto, recibiendo incomprensiones desde todos los lados. Sus batallas por la presidencia lo fueron moldeando hacia un político conciliador, esculpiendo en él a un gobernante que se concretó como mandatario de los santandereanos, donde realizó una gran obra de gobierno, que paradójicamente lo alejó de la jefatura política.

Al finalizar el 2011 ,su partido lo esquivó, los parlamentarios santandereanos se alejaron en discreto silencio, para llamar de alguna manera a su desobediencia, y el propio Serpa anunció que no aspiraría más, lo cual es igual que la renuncia a la jefatura natural que ejercía.

Sus amigos ideológicos quedamos huérfanos, pero podemos afirmar que Serpa como gobernante convenció, pero no venció.

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