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Las manos negras

serpaPor: Horacio Serpa Uribe

El Presidente Juan Manuel Santos ha denunciado la existencia de dos manos negras: una de izquierda y otra de derecha.  La primera la integran las Farc; la segunda, unas fuerzas oscuras que buscan frenar cualquier posibilidad de reconciliación.

Para Santos las Farc buscan “que la gente vea que todavía están fuertes, pero atacan a una o dos personas y salen corriendo porque no tienen la capacidad de confrontar a la fuerza pública”.

Y la extrema derecha “no quiere que se repare a las víctimas, no quiere que se restituya a los campesinos…y quiere exagerar la inseguridad en el país, para decir que este país es un caos”.

La denuncia es bastante grave viniendo del Presidente Santos, porque él lidera un gobierno de centro, que ha tenido como eje el fin de la polarización, la erradicación de la corrupción; la reparación de las víctimas, la restitución de las tierras; el reconocimiento de los derechos de las organizaciones sociales, las ONG, los sindicatos, los partidos de oposición, que ya no son vistos como aliados del terrorismo, ni enemigos del régimen, sino como actores legales y necesarios en un sistema democrático como el nuestro.

A diez meses de haber asumido el gobierno, Santos ha demostrado qué lejos de la verdad estaban quienes creyeron que sería una versión bogotana de la derecha, empeñada en negar la sentencia de un cruel conflicto violento.

El Plan Nacional de Desarrollo, sus propuestas legislativas, aprobadas por un Congreso mucho más independiente y eficaz, su liderazgo internacional y sus políticas públicas han demostrado que bajo su dirección Colombia avanza en sus objetivos vitales y ya no puede ser considerada por nadie como una republiqueta bananera, porque hoy es una vigorosa democracia integrada al mundo, que se beneficia de la globalización.

Y esos avances son los que busca frenar la mano negra de la extrema derecha que denuncia Santos. Y lo hace con valentía y coraje, porque sus reformas son de hondo calado y pretenden sentar las bases de una Colombia moderna, integrada, incluyente, pacífica y equitativa, capaz de enfrentar unida los desafíos del siglo XXI, como la lucha contra la pobreza y el fin del conflicto armado interno, reconocido hoy por los propios militares para hacer más legítima su batalla contra quienes amenazan  la democracia.

Tenemos que rodear y proteger al Presidente Santos ante la amenaza política y torticera de la mano negra de la extrema derecha, porque de los desafíos de las Farc se encargan las Fuerzas Armadas y los jueces. Esa extrema derecha agazapada, traicionera, que conspira contra los demócratas y no le tiembla la mano para liquidar y sacar del camino a quienes consideran sus enemigos, es decir todos aquellos capaces de liderar profundas transformaciones sociales, económicas y políticas que conduzcan a la paz y la democracia.

Hay que aislar esa mano negra, llena de inventores de doctrinas fallidas, promotores de golpes de Estado, ocultos e hipócritas delincuentes, que atacan y acechan el mandato reformador de Santos.

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