Por: Jorge H. Silva Besil
El titulo que sirve de epígrafe a este escrito, es el título de una película de Hollywood de 1967 protagonizada por Spencer Tracy y Katharine Hepburn, que narra como un joven médico de raza negra, piensa contraer matrimonio con una mujer blanca de sociedad norteamericana. Aunque la joven ha sido educada por sus padres de un modo liberal y cree que casarse con una persona de raza negra no representa problemas de ningún género, su compañero, por el contrario, sabe perfectamente que una relación de este tipo es una fuente inagotable de conflictos. Desde luego, la película se desarrolla en un tema racial y cultural, muy propio de los años sesentas, y demuestra la realidad de un tema, que poco ha cambiado, a pesar que Barack Hussein Obama, descendiente de inmigrantes (Padre Keniano), es el Presidente numero 44 de la Unión Americana.
La ley Arizona, que en principio fue criticada por todos los sectores políticos de los Estados Unidos, y que se pensaba seria derrotada jurídicamente por las cortes de justicia, está tomando una nueva dimensión que se expande poderosamente por la sociedad norteamericana, logrando penetrar los intereses políticos, en especial del partido Republicano. Los candidatos de este partido político a la gobernación del Estado de la Florida, propugnan por leyes similares para su jurisdicción, con el mismo objetivo y tratando de lograr los mismos resultados, es decir, deportar a los inmigrantes indocumentados, pero bajo sanciones y tratamientos que bien se podrían asimilar a criminales.
Luego del auge de la crisis económica de 2007 y 2008, las finanzas del gobierno y de pueblo gringo, no encuadran al estándar de vida acostumbrado. La sociedad de capital y consumo desmedido, fue mermada para cada estadounidense, lo que trajo consigo la pérdida de empleos, propiedades, inflación, y del poder adquisitivo de cada familia. Lejos de comprender la realidad de los asuntos económicos, y el problema del mercado global confiando en la burbuja inmobiliaria, y que los verdaderos enemigos son los directivos financieros y la mala planeación de la económica, las administraciones estatales, culpan directamente a los inmigrantes, especialmente a los de origen latino, afirmando que son los que usurpan los empleos y los beneficios del sistema de salud, todo bajo la inesperada complacencia del gobierno federal, ahora no de la mano de un temible Bush, sino de un convidado Obama.
Así como el gobierno Alemán de los años 30, por las finanzas públicas y privadas erróneas debido a la mala planeación de la economía de post guerra y las condiciones pactadas en el tratado de Versalles, sirvió para empobrecer al pueblo germano, y esta circunstancia, de excusa, para que falsos líderes nacionalistas culparan de esta situación a los inmigrantes judíos, hasta llegar al punto del odio racial extremo que condujo en parte a la segunda guerra mundial, se puede volver a presentar en el siglo XXI, ahora con el problema agigantado en los Estados Unidos, sin que hasta el momento, el gobierno federal, asuma su responsabilidad.
La crisis de odio y segregación racial que crece en Europa y se solidifica en los Estados Unidos, es solo el comienzo de los síntomas inequívocos de la podredumbre moral que la cultura consumista ha inculcado en las nuevas generaciones, que al no conocer su historia, se mantienen en el mismo ciclo, y por ende nada a cambiando en la realidad, sino que se ha transformado en un sistema que aparenta, que muestra formas y procedimientos, pero que oculta la verdad: el racismo, la segregación y la pobreza.
Se necesita ahora con mayor intensidad, iniciar el derrotero de la unión latinoamericana, que propenda por el conocimiento de nuestras diferencias para construir la integración tan necesaria, para brindar a nuestros hijos las oportunidades dentro de nuestra geografía y cultura latina.