Por: Juan Manuel Lopez C.
Para saber cuál de los candidatos puede ser el mejor gobernante – más que cuál puede ser el probable ganador – lo que más dice es qué persona escoge para vicepresidente; con esto señalan de qué dependerá la selección de sus colaboradores, lo que con los nombramientos buscan, y hasta dónde tienen vocación de estadista o solo ven la dimensión del político.
Partiendo de recordar que dentro de nuestro ordenamiento su única función es eventualmente remplazar al Presidente podemos hacer un breve análisis.
Germán Vargas sorprendió pues su elegida no pertenecía propiamente a los cuadros organizativos ni de campaña; es de suponer que sí era miembro de Cambio Radical pero su referencia era una buena gestión como Secretaria de Hacienda de una Alcaldía; no parecería suficiente experiencia para llegar -si fuera el caso- a dirigir los destinos del país, y sólo tiene el interés meramente electoral de la cuota Char y la simpatía femenina y de la Costa.
En el partido ‘ni Uribista, ni antiuribista’, no pesaron tanto los pergaminos del excanciller Julio Londoño -conocimiento de nuestras fronteras y buena capacidad como negociador- como, acorde con la obsesión de quien lo nombró, la falta de vinculación con la política y de trayectoria en la administración.
En el caso de Juan Manuel Santos, él y Angelino Garzón solo coinciden en las ganas de llegar al poder y en la falta de lealtades de cualquier clase para lograrlo. Angelino en ningún caso daría continuidad a un mandato de Santos, y solo el afán electorero explica el nombramiento (otros dirían ‘habilidad’): poco trae en votos de izquierda (donde Angelino ya no pesa), pero sí aporta los votos de los cuestionados del PIN y del Valle del Cauca, donde alcanzó la Gobernación con el Movimiento de Ernesto Báez, que fue el que eligió a Carlos Clavijo, Carlos Higuera y Rocío Arias, y con el respaldo de Herney Abadía y de Juan Carlos Martínez, hoy todos presos y desde la picota grandes triunfadores de las recientes elecciones.
En sentido contrario, Pardo es el más consecuente y más serio en cuanto a actuar como partido y buscar responder a lo que la Constitución pretende (más estadista y menos ‘hábil político’): su vice es de la entraña del partido, con pergaminos para remplazarlo tanto por ser precandidato y el siguiente en votación, como por la experiencia y los resultados que ha tenido como administrador público.
El caso de Petro es paradójico pues Clara López es quien representa una línea ideológica consistente, además de civilista y no guerrera, con experiencias y méritos que ante su partido y el país son credenciales más que interesantes: fue quien con sus demandas penales inicio los procesos por la parapolítica y después por los ‘falsos positivos’, mostrando que desde los cargos públicos –auditora de la Nación y Secretaria de Gobierno del Distrito- es que se puede y debe luchar contra ese tipo de problemas (no como guerrillero o votando por Ordoñez o acogiendo la ‘seguridad democrática’ para cautivar electores).
Mockus tendrá que escoger entre los dos restantes del ‘Partido de los tres tenores’ y no del ‘Partido Verde’, donde poco partido hay y donde sus adeptos poca experiencia o trayectoria tienen para mostrar un liderazgo y capacidades presidenciales.
Por último, de Noemí como siempre cualquier cosa es posible…