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La parranda

Sample ImagePor: Rodrigo Báez Vallejo

Soy un admirador y amante de la música vallenata (ojo: del vallenato colombiano, descarten de una vez la mal llamadas “cumbias” que a veces suenan por ahí provenientes de México). Hace muchísimos años que lo soy, de hecho creo que la cantidad de tiempo disfrutándolo es directamente proporcional al tiempo que ha transcurrido desde que tomé licor por primera vez; porque aunque no debería ser así, casi siempre van de la mano; sin embargo sé que los vallenatólogos serios no necesitan alcohol para disfrutarlo, y sé que algunos amigos míos lo son y sé que leerán este artículo y aprovecho de paso para ofrecerles disculpas de antemano por el atrevimiento de escribir sobre algo que a las claras se ve que no soy un experto.

Usualmente no oigo emisoras cross over pero por mi esposa debo hacerlo con alguna frecuencia, y en una de ellas oí una canción de Silvestre Dangond en parranda en donde durante los aproximadamente 4 minutos que dura la “canción” el tipo sencillamente NO CANTA. Suena raro pero así es: se oye el acordeón (muy bueno) y frases sueltas del cantante muy propias de Diomedes como “…estoy feliz aunque algunos me quieren hacer daño…!” entre muchas (muchas porque en serio: no canta) otras. Hay que decirle a Silvestre que eso ya no se usa, el público moderno del vallenato ya no está para tolerarle lo que le tuvimos que aguantar a Diomedes y compañía tanto tiempo: frases sueltas con frecuencia jocosas que hasta terminaban gustándonos y las celebrábamos; en vez de oír las canciones bien cantadas.

Bastante les pasamos a los representantes de la “nueva ola” cuando comenzaron a cambiar esas deliciosas letras del vallenato costumbrista de genios como Adolfo Pacheco y Leandro Díaz en donde hacían esas bellas metáforas de nuestro relieve comparándolo con la belleza femenina; por situaciones cotidianas de infidelidades, peleas, “pintas chéveres”  y “pin pon pans”. Por eso hay que aplaudirle a Peter Manjarrés por volver a las composiciones serias (así sean reencauches) en uno de sus último lanzamientos. Por eso debemos aplaudirle a Carlos Vives por mantener, a pesar de la inclusión de nuevos instrumentos y fusión de géneros, la verdadera esencia vallenata en las letras de su autoría.

Tampoco estamos dispuestos a que en un concierto nos cambien la buena producción, el buen canto, la buena entonación, el buen sonido de un buen pase de acordeón por payasadas, por coreografías ridículas y frases rimbombantes gritadas con poco sentimiento. No señor, queremos ver que pagamos una entrada para ver a un artista integral, sentir que a cambio de pagar una boleta recibimos la entrega de un conjunto, ver que el cantante por lo menos hizo el esfuerzo de llegar temprano (es que ni las bandas de rock que vienen del exterior están llegando tarde a los conciertos) escoger lo mejor de su repertorio y por lo menos que se aprenda las letras de las canciones y QUE LAS CANTE NO JODA!!!!

 

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