Por: Jaime Calderón Herrera
Para tomar decisiones acertadas, o al menos con buen criterio, se requiere de salud física y mental.
Una sola copa de licor no es suficiente para embriagar, pero sí para alterar la toma de decisiones, de tal manera que ante una situación, la persona con una copa entre pecho y espalda puede por ejemplo, pasar un semáforo en amarillo, o aún en rojo, mientras que si no hubiera tomado esa copa, lo más probable es que hubiera hecho el pare recomendado. Las consecuencias de una decisión inadecuada pueden ser banales, pero también desastrosas.