La lástima artificial de Juan Carlos Botero – Por: Lucero Martínez Kasab

Se pensaría que quien fue hijo de dos personas cultas con alto grado de compromiso con sus respectivas profesiones, rigurosas, como lo fueron Gloria Zea y Fernando Botero, ella, graduada en Filosofía y Letras, gran impulsora de la cultura al más alto nivel en el país, quien entre tantas labores dirigió el Museo de Arte Moderno de Bogotá e impulsó como nadie la ópera, ese bello arte que los reúne a todos y, él, un pintor que a punta de tenacidad descolló como uno de los grandes de Colombia con gran repercusión en el exterior, digo, un hijo así, podría escribir su columna con un mayor profesionalismo, precisión y veracidad sobre el tema elegido, el gobierno de Gustavo Petro; además, porque, Juan Carlos es un escritor leído, culto.