La autocrítica en los medios tradicionales de comunicación es una necesidad imperativa en la era actual, caracterizada por una creciente desconfianza pública hacia la información que se difunde a través de estos canales.
En un contexto donde una parte significativa de la población percibe que los medios emiten «fake news» con el propósito de manipular y embrutecer a la sociedad, es crucial que los medios reflexionen profundamente sobre su papel y su responsabilidad en la formación de la opinión pública.
La confianza en los medios de comunicación ha experimentado un declive notable en los últimos años.
Esto se debe, en parte, a la proliferación de “periodistas pre pagos” que difunden información sin filtro alguno, generando confusión y desinformación. Los medios tradicionales de comunicación han sido objeto de críticas por parte de amplios sectores de la población que perciben una falta de imparcialidad y un sesgo ideológico en su cobertura informativa.
La autocrítica en los medios tradicionales debe comenzar por reconocer la existencia de este problema y la necesidad de abordarlo de manera honesta y transparente.
No hay que darle tanta vuelta a una realidad que vivimos a diario en Colombia, los medios tradicionales con su comportamiento solo buscan – menos mal sin mucho éxito por su falta de credibilidad- embrutecer al pueblo para perpetuar un status quo que en Colombia lo encabezan gente…
— Barrancabermeja Virtual (@BcaVirtual) March 12, 2024
Es fundamental que los medios asuman la responsabilidad de verificar la veracidad de la información que difunden y de evitar la propagación de noticias falsas que puedan contribuir a la polarización y la división social.
En este sentido, es crucial promover una cultura de verificación y rigurosidad periodística en todas las etapas del proceso de producción de noticias.
Esto implica no solo verificar la exactitud de los hechos, sino también contextualizarlos adecuadamente y presentar una variedad de perspectivas y opiniones para brindar a los lectores una visión completa y equilibrada de los acontecimientos.
Además, los medios deben ser transparentes en cuanto a sus prácticas editoriales y sus posibles sesgos. Esto significa reconocer abiertamente cualquier conflicto de interés, así como proporcionar información sobre la metodología utilizada en la selección y presentación de noticias.
La autocrítica también debe extenderse al ámbito de la ética periodística.
Los medios deben reflexionar sobre el impacto que su cobertura puede tener en la sociedad y asegurarse de respetar los principios fundamentales del periodismo, como la búsqueda de la verdad, la independencia y la rendición de cuentas.
Por otro lado, los medios tradicionales también deben reconocer la importancia de adaptarse a los cambios tecnológicos y sociales que están transformando el panorama mediático. Esto implica explorar nuevas formas de llegar a la audiencia, así como utilizar herramientas digitales para mejorar la calidad y la credibilidad de su información.
En última instancia, la autocrítica en los medios tradicionales de comunicación debe ser un proceso continuo y dinámico, en el que se fomente el debate abierto y la reflexión constante sobre el papel y la responsabilidad de los medios en la sociedad. Solo así podrán recuperar la confianza del público y cumplir con su función fundamental de informar de manera objetiva y responsable.
No hay que darle tanta vuelta a una realidad que vivimos a diario en Colombia, los medios tradicionales con su comportamiento solo buscan – menos mal sin mucho éxito por su falta de credibilidad- embrutecer al pueblo para perpetuar un status quo que en Colombia lo encabezan gente corrupta aliada con el narcotráfico que durante muchas décadas han vivido a costa de los demás colombianos.
El presidente como primera autoridad del país no solo tiene el derecho, sino casi la obligación de hablar claramente y sin tibieza sobre el asunto.
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