En Colombia parece que la corrupción es más fuerte que el coronavirus. Aplanar la curva de la pandemia y luchar contra la nefasta plaga de los corruptos, parece una cruzada difícil de ganar en el país, pues no se sabe cuál de las 2 encomiendas tendrá un final temprano.
Criminales desvergonzados aquellos servidores públicos que, aprovechando la tragedia del coronavirus, se lucran con la compra de mercados o insumos y equipos médicos, desde tapabocas y gel desinfectante hasta respiradores y unidades de cuidados intensivos.
De acuerdo con la Oficina de la ONU contra las Drogas y el Delito, aproximadamente entre el 10 y 25% de todo el dinero gastado en adquisiciones a nivel mundial se pierde en corrupción.
Organismos de control como la Procuraduría, la Fiscalía y la Contraloría han hallado irregularidades, en 8 departamentos, por miles de millones de pesos en contratos por la emergencia por el virus. Esta es la muestra de que lo regalado, nos cuesta y mucho. Los corruptos juegan con nuestra salud y necesidad.
Como si fuera poco, ahora resulta que el llamado Ingreso Solidario, un programa del gobierno que busca darles a 3 millones de colombianos una ayuda económica equivalente a 160mil pesos para afrontar la emergencia sanitaria, ha desatado una fuerte polémica porque aparentemente sus recursos han sido utilizados para beneficiar a terceros de quienes se desconoce su identidad.
Las múltiples denuncias e irregularidades no se dieron a esperar.
Con todo lo que vemos, no nos puede quedar duda de que la corrupción es el coronavirus de la democracia. Es triste que la emergencia se convierta en una vena rota para llenarles los bolsillos a los corruptos que rondan por el servicio público y la contratación estatal.
Cuando los ciudadanos vean al primer alcalde o gobernador ladrón preso o fuera de su cargo, entenderán que vale la pena denunciar y unir esfuerzos.
La corrupción, como el coronavirus, no nos permite avanzar como sociedad. Es inaudito que ante la emergencia, robar sea más importante que el bienestar de toda la nación.
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La columna escrita por Daniel González – @danielgonzalezmonery – no representa la línea editorial del medio. Daniel González es profesor en ciencias sociales.
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