El puñado de hombres que trabajó en el proyecto del viaje a la luna, debió sortear una y otra vez la objeción: “es imposible”. La misma que siglos atrás había escuchado Colón: “¿un camino por el mar, más allá del horizonte? ¡Imposible!”.
Las celebraciones de este año que tienen como centro al ejército libertador, ocurren a pesar de esa misma objeción: ¿este ejército de desharrapados, muertos de hambre, indisciplinados, pretende derrotar a los bien armados, disciplinados y experimentados ejércitos del Rey? Olvídense, es imposible.
A primera vista las grandes empresas, los deslumbrantes logros de la humanidad, eran imposibles. Pregúntenle a Egan por sus comienzos y si alguna vez se atrevió a imaginar que luciría la camiseta amarilla de campeón del tour, a la sombra del arco del triunfo en París.
La palabra imposible se le debió atravesar en sus sueños. Pero esa palabra comenzó a borrarse el día en que, creyendo en sí mismo, se dijo: ¿por qué no? Es posible. Es lo mismo que les ocurrió a todos los protagonistas de hechos asombrosos, cuya historia cambió cuando creyeron en sí mismos. Como todos los humanos, usted y yo incluidos, estamos rodeados de posibles.
Acabo de admirar y disfrutar un video en que una niña de 3 años responde preguntas sobre química, con una sorprendente propiedad, porque sus padres le desarrollaron ese posible. Crecemos con unos posibles que son como deudas pendientes con nosotros mismos. Tiene nombre propio esa deuda cuando respondemos: ¿qué pude ser yo? Y no lo fuimos porque nos faltó fe en nosotros mismos. Afirmo esto y caigo en la cuenta de que, también como sociedad, no hemos creído lo suficiente en nuestras posibilidades.
Deslumbrados ante los logros ajenos (valga observar el deslumbramiento común y gratuito en buena parte, frente a Estados Unidos) y el menosprecio de lo nuestro. Es un autoengaño que se comprende cuando comprobamos la pobre valoración del ser humano, como tal. Es una pobre valoración que se descubre en el asesinato de los 482 líderes sociales asesinados desde 2016 o en las amenazas a 982 líderes este año. Este hecho es parte de los resultados de esa valoración negativa de las posibilidades del ser humano. Cuando se respeta y se cree en el ser humano, esos asesinatos resultan impensables, y tienden a desaparecer las discriminaciones y las exclusiones.
El reconocimiento de esa dignidad, en cambio, activa los posibles de cada humano hasta el punto de limitar el alcance de la palabra imposible. Es una palabra que ha colonizado nuestro lenguaje a la sombra de nuestras cobardías, de nuestro miedo a lo grande, o de nuestra resignación a lo insignificante y trivial
El día en que un humano dejó su huella en la luna, cuando los desharrapados de Bolívar pusieron en fuga al ejército realista, cuando Colón llegó al nuevo mundo, cuando Egan fue el primero en París, fueron ocasiones en las que quedó en evidencia que para la humanidad estaba desapareciendo lo imposible. Alguno dijo asombrado frente al astronauta: «después de esto, todo es posible para el hombre».
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JAVIER DARÍO RESTREPO, comunicador y consultor de ética periodística, puede ser contactado en el correo electrónico: [email protected]
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