La Constitución Política establece que el alcalde es el jefe de policía del municipio, pero eso es una mera formalidad, en términos reales la Policía es autónoma en sus decisiones, procedimientos y acciones, e ignorando un mandato constitucional actúan de acuerdo a sus propias estrategias y no en respuesta a las necesidades de los municipios.
La realidad es que la criminalidad en el país no ha disminuido en la última década, desde las capitales de los departamentos hasta al más pequeño de los municipios los índices de los crímenes a los ciudadanos, como el hurto a personas, viviendas o negocios, raponazos, atracos, etc., siguen siendo uno de los males que más afectan a las comunidades y la Policía ha sido incapaz de responder adecuadamente a esa realidad, la percepción de inseguridad se ha mantenido en la última década y en ocasiones ha aumentado.
Desde más o menos 2005 con la desmovilización de las autodefensas, la aparición de bandas emergentes y el crecimiento de grupos criminales, la Policía ha sido incapaz de adaptarse a la nueva realidad del país.
Ahora, un par de años después de la desmovilización de las Farc, y la aparición de disidencias y el fortalecimiento de grupos criminales, la Policía sigue incapaz de enfrentar la nueva realidad, donde debe ser la seguridad del ciudadano su principal objetivo.
Hay que decirlo la Policía está pensada como un ente militar que enfrenta grupos armados en el marco de un conflicto, no está diseñada como una organización que busca preservar la convivencia ciudadana y enfrentar la criminalidad.
La comunidad se queja de manera permanente y a todo lo largo y ancho del país de los atracos callejeros a mano armada, y ven a la Policía incapaz de enfrentar la principal fuente de inseguridad ciudadana.
Lamentablemente y para consuelo de todos, el problema de inseguridad es nacional, así que no está vinculado a decisiones políticas en los territorios o a falta de articulación institucional local, hay una situación estructural al interior de la Policía que impide que se adapte a la nueva realidad nacional y dé los resultados esperados por las comunidades.
La estrategia de los cuadrantes que fue impuesta por la Policía Nacional, donde los gobiernos locales no tuvieron voz acerca de su formulación o implementación y que pasa por encima de su función constitucional como jefes de la policía local, ha sido inútil para enfrentar la criminalidad pues se ha demostrado que es insuficiente e inefectiva.
Hay que buscar soluciones a la problemática de inseguridad local. Y para ello primero se necesita una Policía diferente, que se enfoque en la seguridad y convivencia ciudadana y no en pensar combatir el enemigo del conflicto armado, sin ese cambio de mentalidad difícilmente se mejorara en la disminución de la criminalidad.
Segundo, se requiere un conocimiento permanente de la situación de seguridad local, y esto pasa por conocer las zonas de mayor incidencia de los crímenes, métodos que emplean los delincuentes, donde se comercializa lo hurtado, etc. con el fin de poder construir verdaderos planes de acción para la Policía, donde se privilegie la movilidad, flexibilidad y el liderazgo en la coordinación de las actividades de control, vigilancia y seguridad con otras instituciones como el Ejercito, la fiscalía o los agentes de tránsito.
Tercero es indispensable una comunicación permanente con los líderes comunitarios que, a partir de la confianza, se permita establecer de primera mano las necesidades de seguridad en cada barrio y al mismo tiempo las acciones efectivas para resolver esos requerimientos, y también que permita hacer balances y evaluaciones a lo realizado por la Policía y hacer ajustes en su actuación si es necesario.
Cuarto, es indispensable ajustar o modificar el sistema de cuadrantes, que para la gente no ha dado resultados y que ha generado incertidumbre y desconfianza en la comunidad. Es necesaria una policía más cercana a la gente y con mayor presencia y disponibilidad en los barrios, que realmente acuda a tiempo a los llamados y tenga una relación cercana y permanente con los ciudadanos.
Quinto, por eso es necesario que la Policía recupere la confianza ciudadana, para poder mejorar no solo su accionar sino su comunicación con la población, y eso solo se verá con resultados, con mayor presencia en las calles, respondiendo a tiempo a los llamados de la comunidad, con una mejor comunicación con la gente.
Es indispensable que de verdad la acción de la Policía se planifique en el territorio, dejar de implantar estrategias inútiles y empezar a actuar de acuerdo con la realidad local.
La comunidad lleva años soportando una criminalidad que no disminuye, temerosa de los robos callejeros y los atracos a mano armada, que realmente afectan la convivencia y la calidad de vida con una Policía incapaz e incompetente.
Es momento de hacer balances sobre la realidad social y exigir verdaderas acciones y resultados, y eso se debe hacer desde el Concejo, que debe empezar a hacer un verdadero control a la Policía.
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