El domingo 27 de enero el senador Álvaro Uribe lanzó un trino que despertó enorme intriga, porque iba dirigido contra el caricaturista Matador pero hacía referencia a algo que este había publicado en su cuenta de Twitter el 18 de julio de 2017, cuando retuiteó una columna mía titulada “Debemos silenciar a Uribe”.
La frase de Uribe para Matador fue “Debemos discutir!”, y la intriga llegó hasta el mismísimo dueño de la revista Semana, Felipe López Caballero, quien en uno de sus “Confidenciales” no solo llamó la atención sobre lo extemporáneo de la respuesta, sino que le puso su tatequieto a Uribe al afirmar que “suele bloquear a las personalidades que lo critican en redes sociales, con lo que la oportunidad de discutir se pierde”. (Ver Confidencial).
Sea como fuere, el trino le sirvió de munición al precandidato de Uribe a la Alcaldía de Bogotá Samuel Hoyos para enfrentar las críticas que venía recibiendo el uribismo debido al matoneo de que fue víctima Vicky Dávila desde la cuenta de Twitter de la directora del Centro Democrático, Nubia Stella Martínez, con trinos como este: “#NoOigoWRadio porque Vicky Dávila es la jefa de prensa de la rata de Petro”.
Según Hoyos en declaraciones para el programa “Semana en vivo”, el expresidente Uribe viene siendo estigmatizado y “cuando me refiero a las estigmatizaciones es por ejemplo una columna de un señor Gómez Pinilla en El Espectador diciendo “hay que silenciar a Uribe”. Yo no comparto esa posición. Me parece que es irresponsable”.
A esto se le llama agarrarse de un clavo ardiendo, pues se refirió a algo que escribí hace dos años, y la más prístina aclaración al respecto la dio el mismo Felipe López cuando al referirse a mi columna explicó que “se trataba de poner en duda todo lo que el mandatario dijera, pues era posible que pudiera hacer elegir al nuevo presidente de Colombia (como en efecto ocurrió): “Se requiere que periodistas, medios y opinión pública sensata comencemos a silenciarlo, pero no del modo en que una mano negra ‘silenció’ a un alias Job, a un Pedro Juan Moreno o a un Francisco Villalba, sino aplicándole el filtro de la duda tanto a sus declaraciones públicas como a todo trino que salga de su infestada cuenta de Twitter”. (Ver columna).
Si de estigmatizaciones se ha de hablar, el retuiteo que hizo Matador de mi columna ha servido para que cada cierto tiempo contra él se desate el más feroz matoneo desde las toldas uribistas, que incluye desde amenazas de muerte hasta calificativos como el de “gonorrea con pelos”. Precisamente hace cosa de un año Vicky Dávila le preguntó si era cierto que había dicho “hay que silenciar a Uribe” –algo que los uribistas interpretaron como una amenaza contra su caudillo– y Matador le respondió: “La cuestión con la gente en las redes sociales es que no lee. Cuando yo comparto un link, eso no es ningún delito”.
Esto demuestra que cuando se trata de defenderse de justificadas críticas, el uribismo acude hasta a cosas del pasado para hacerlas pasar como actuales con tal de no quedarse sin argumentos. Pero a su vez demuestra que el planteamiento que hice en la injuriada columna sigue teniendo plena vigencia, y en tal sentido no sobra explicar –como argumento adicional en mi defensa– que en ella me referí a la carta que por esos días más de 60 reconocidos periodistas y directores de medios le dirigieron al senador Uribe a raíz de la calumnia que profirió contra Daniel Samper Ospina, al tildarlo de “violador de niños”.
Son de conocimiento público mis diferencias con Daniel debido a su preferencia en la segunda vuelta por el voto en blanco, que tildé de “irresponsable” (la preferencia) y cuyas consecuencias hoy apenas comenzamos a lamentar, porque habrán de ser peores. Pero es hora de dejarlas atrás y más bien reiterar el contenido de la carta citada, donde sus remitentes decían que “es tiempo de que el expresidente esté a la altura del enorme poder del que ha venido abusando sin mayores consecuencias”, y le pedían “al calumniador que se detenga”. (Ver carta).
Hoy ese enorme poder en lugar de menguar se ha agigantado, pues logró convertir en presidente de la República a un títere suyo y ya cuenta con rabiosas cuadrillas de mastines de caza –en el Congreso y en las redes sociales– dispuestas a despedazar con dentelladas secas y calientes a todo medio, periodista u opositor que se les atraviese, en fiel copia y remembranza del “todo vale” aplicado durante los nefastos años de la Seguridad Democrática.
Por tal motivo se hace urgente reiterar el llamado al “silenciamiento” que hace dos años hice a periodistas y medios, en cuanto a que “sean conscientes de su irresponsabilidad cuando reproducen cuanta barrabasada se le ocurre espetar al exmandatario, dándoles así nutrido abono de crecimiento a sus odios, falacias, engaños y mentiras”.
Algo de lo cual no han sido conscientes los medios aludidos es que la estrategia de Uribe y sus secuaces consiste en ensuciar el agua donde todos nos bañamos para que no se note lo sucios que ellos están, sobre todo su jefe.
O si no que lo diga la Corte Suprema de Justicia, la misma que lo tiene en condición sub judice desde que fue llamado a una indagatoria que misteriosamente con el paso de los días cada vez más se aplaza, se aplaza y se aplaza…
DE REMATE: “Cría cuervos y te sacarán los ojos”.
En Twitter: @Jorgomezpinilla
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