Por: Darío Echeverry Jr.
Se abre una nueva oportunidad para la paz con el proceso que inicio el presidente Santos con la guerrilla de las FARC y sin caer en profundos pesimismos o simples ingenuidades es de vital importancia para Colombia acoger sin prevenciones pero responsablemente este proceso que apenas comienza y que despierta expectativas e inquietudes por todo el país.
Uno de los valores más importantes de esta actualidad es que este proceso de diálogo no empieza de cero, parte de todo un saber acumulado de varios intentos anteriores que han permitido acopiar un conocimiento valioso que está siendo aprovechado al plantear un proceso sin despejes o ceses unilaterales al fuego en medio de una reserva necesaria que impida que los vaivenes de la coyuntura colombiana, tan cambiante producto de una opinión pública impresionable e influenciable, incidan en el desarrollo del proceso y que proporcione el espacio necesario e indispensable para que se dé la negociación sin interrupciones o tropiezos.
La verdad es que el país ha sufrido muchas decepciones, varias de ellas dolorosas, en los diferentes procesos de paz que se han llevado a cabo en los últimos veinte años, pero también es indiscutible que acabar con el conflicto armado que lleva más de cuarenta años es una necesidad inocultable para todos los colombianos que de una u otra forma anhelan tranquilidad y reconciliación.
Varios años de seguridad democrática, las reformas jurídicas (Ley de Justicia y Paz, Ley de Victimas y Marco para la Paz), el crecimiento económico, los cambios de la sociedad colombiana y la globalización, por mencionar solo unos hechos, han estructurado unas condiciones bastante favorables para que este proceso de paz tenga un punto de partida lo suficientemente conveniente para que pueda dar resultados positivos.
La sombra recae en las agendas ocultas que existen en varios sectores de la sociedad que no necesariamente coinciden con los procesos de negociación o con la paz misma y que podrían afectar el proceso y a los actores involucrados en el mismo.
Es el tiempo y la voluntad de paz de los involucrados los que finalmente darán los resultados de este proceso que apenas empieza. Es innegable que el país necesita acabar con el conflicto armado e iniciar el camino de la paz sin más demoras o dilaciones, la situación actual no es sostenible ni para la población, y las victimas, ni para las siguientes generaciones. Sin excesivo optimismo ni exagerado pesimismo todos esperamos el comienzo del fin de la guerra.