Por: Jaime Calderón Herrera
Los médicos en general y los cirujanos en particular, cada día nuevo, tenemos que lidiar con tecnología en aparatos y dispositivos que han venido aumentando la precisión diagnóstica por una parte, y por otra, han provisto de herramientas de precisión a los cirujanos, pero que en ningún caso reemplazan al juicio clínico. Por tal motivo, en la pasada reunión de la Asociación Americana de Cirujanos Torácicos, el Dr. John Bares se preguntó si los cirujanos serán reemplazados por un robot.
Para responder la pregunta, dijo, hay que saber qué es un robot, el cual debe distinguirse de máquinas que hacen cosas con apariencia de inteligentes, como los trenes sin conductor, que mueven personas en los aeropuertos, pero que trabajan sobre entornos fijos y programas definidos para velocidad, tiempos, puertas, etc., pero son incapaces de adaptarse a cualquier cambio en el entorno.
Los robots, en cambio, funcionan en ambientes variables, debido a que poseen sensores que les permiten tal adaptación. Por ejemplo, un robot pude identificar un obstáculo al frente de su trayectoria y otro sensor leer un patrón compatible con la clorofila y entonces distinguir entre un árbol o una mole de concreto. También pueden detectar la presencia de una persona pero son incapaces de anticipar su comportamiento. Los GPS sirven para aterrizar un avión sin el concurso de un piloto, pero el robot es incapaz de definir si el GPS es confiable, por lo cual se está desarrollando un sistema del localización y mapeo simultáneo (SLAM) sin usar el GPS, como el utilizado en los robots que viajan por las alcantarillas.
En desarrollo hay un “robot culebra” para navegar al interior del corazón.
Dijo el Dr. Bares que en el momento actual ningún robot será capaz de reemplazar al cirujano, pues aquel solo es capaz de desarrollar tareas simples, en ambientes definidos en su variabilidad y que no requieran mayor destreza.
Por ahora conservaremos nuestro trabajo, asegurándonos que las herramientas robóticas se comporten de una manera segura para los enfermos. Lástima que los pacientes y los pagadores, aprecien más al robot que a su cirujano.