Se viene suscitando un problema mayor al ya caótico problema del desempleo en Barrancabermeja, ya no solo se trata de la educación y de la calidad de la misma, o incluso del aprendizaje de oficios, ahora nos enfrentamos al creciente desafío de la experiencia y de las competencias para desempeñar trabajos.
Cada vez más se desnudan nuestras falencias como ciudad, por eso se hace necesario pasar de la retórica a las acciones audaces y efectivas, si lo que realmente queremos es una Barrancabermeja vivible, viable, próspera y sostenible hay que hacer un gran pacto para sacarla adelante.
Es así como al desafío de la vivienda digna, le han salido todos los problemas de infraestructura, de falta de nuevas y mejores vías, de falencias en la salud y la educción, del deterioro medio ambiental, en fin, un sinnúmero de desafíos nos agobian y pareciera que no hay soluciones planeadas, y menos, acciones para semejante desbarajuste, a pesar de que los indicadores demuestran la existencia de grandes recursos, que podrían arreglar estas dificultades.
Lo más curiosos es que en todos lados se habla casi de lo mismo, muchos de los que hoy opinamos en lo público y que hemos ocupado posiciones de liderazgo, lo hemos logrado gracias a que nuestra superación se dio básicamente por haber obtenido un título universitario, por haber ejercido nuestras profesiones y haber conseguido escalar posiciones gracias a la experiencia y la competencia alcanzada a través de nuestras vidas.
Soñar con que tengamos esas mismas oportunidades para todos nuestros coterráneos es un imperativo para todos los que amamos cada uno de los rincones de nuestra patria chica; no habrá tranquilidad ni bienestar si la prosperidad no se refleja en el mejoramiento de las condiciones de vida de todos los ciudadanos barranqueños.
Hay que acometer rápidamente soluciones en formación y capacitación por parte de las entidades correspondientes para alcanzar las competencias que exigen las actividades que se proyectan generar en la ciudad y la región, no hacerlo es dar vía libre a que se suplan esas vacantes con personas de otros lados, además, hay que buscar cómo concertar la experiencia para ejercer cargos sobretodo en las actividades no especializadas, pues colocar en los pliegos de condiciones experiencias exorbitantes es excluyente y no garantiza la calidad del empleado, y por el contrario agrava las situaciones sociales generadas por el desempleo.
No hay que cansarse de repetirlo, debemos exigir, insistir y persistir en una revolución educativa en Barrancabermeja, que permita generar oportunidades para nuestros coterráneos, no es solo un imperativo sino una obligación de todos. Qué diferente sería nuestra sociedad si ese salto que están logrando las instituciones educativas privadas de la ciudad, se diera también en las instituciones públicas, para ello hay que invertir en nuestros maestros, en tecnología, en lograr la asistencia de nuestros niños y niñas y de nuestros y nuestras jóvenes a las clases. Indiscutiblemente esta no es una tarea fácil, pero entre más nos demoremos en empezar, peor será nuestro destino.