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Los negocios los unen: Coalición política entre antiguos rivales

Esta unión no responde a un esfuerzo genuino por mejorar el país, sino a una estrategia para evitar la pérdida de poder de ciertos dirigentes políticos que han estado en el centro de las decisiones nacionales durante años. La política, en teoría, debe servir a los intereses de la ciudadanía y no a los de unos pocos dirigentes que buscan preservar su influencia en la administración del Estado.

La política colombiana ha estado marcada por alianzas y rupturas a lo largo de su historia, y la reciente reanudación de la mesa de diálogo entre figuras del Partido Liberal, el Partido Conservador, el Partido de la U y el Nuevo Liberalismo para formar una coalición política ha despertado diversas reacciones en la opinión pública. 

Esta unión de fuerzas, que en otros tiempos representaban ideologías completamente opuestas, genera inquietud sobre las verdaderas razones detrás de esta iniciativa.

La historia de estos partidos está marcada por profundas diferencias. 

El Partido Liberal y el Partido Conservador, protagonistas de una rivalidad centenaria, han defendido posturas ideológicas distintas en múltiples aspectos del desarrollo nacional. 

Por su parte, el Partido de la U surgió como una plataforma de apoyo al expresidente Álvaro Uribe Vélez, mientras que el Nuevo Liberalismo fue fundado por Luis Carlos Galán como una alternativa a las prácticas tradicionales de la política colombiana. 

Ahora, estos partidos intentan acercarse bajo el argumento de la gobernabilidad y la estabilidad política, pero muchas voces advierten que lo que realmente los une es el temor a perder los privilegios económicos y administrativos que han disfrutado durante décadas.

Uno de los principales cuestionamientos a esta coalición es la falta de coherencia ideológica. 

Según el exsenador y exministro Luis Fernando Velasco, las coaliciones en el ejercicio político son comprensibles siempre que existan principios ideológicos comunes entre sus miembros. 

Sin embargo, cuando estas alianzas carecen de coherencia, la ciudadanía percibe que responden únicamente a intereses particulares y no al bienestar de la sociedad en general. En este caso, la coalición parece responder más a la necesidad de preservar ciertos privilegios económicos que a una verdadera propuesta de unidad programática.

Los sectores críticos de esta alianza sostienen que su principal motor es el mantenimiento de los negocios y alianzas ocultas en el manejo de los tributos públicos. 

Durante años, el control de sectores estratégicos como la salud, la educación, las vías y las pensiones ha sido un tema de controversia debido a los múltiples casos de privatización y manejo discrecional de recursos. 

Ahora, estos partidos, que en el pasado defendían posturas contrarias en estos temas, parecen haber encontrado un interés común en mantener el control sobre estos sectores. Esto genera dudas sobre si la coalición busca el bienestar del país o simplemente la supervivencia política de sus líderes.

En este contexto, la ciudadanía ha manifestado su escepticismo ante esta alianza. 

Muchos votantes que se identifican con los ideales del liberalismo, el conservadurismo o el uribismo sienten que este pacto no los representa realmente. 

Para ellos, esta unión no responde a un esfuerzo genuino por mejorar el país, sino a una estrategia para evitar la pérdida de poder de ciertos dirigentes políticos que han estado en el centro de las decisiones nacionales durante años.

Si bien las alianzas políticas son una práctica común en la democracia, lo que genera rechazo en este caso es la aparente contradicción entre los discursos tradicionales de estos partidos y su actual intención de unirse. 

La política, en teoría, debe servir a los intereses de la ciudadanía y no a los de unos pocos dirigentes que buscan preservar su influencia en la administración del Estado.

El panorama político evoluciona

El panorama político en Colombia sigue evolucionando, y el éxito o fracaso de esta coalición dependerá de cómo logren justificar su unión ante los electores. 

Sin embargo, el gran reto de estos partidos será recuperar la confianza de una sociedad que cada vez se muestra más escéptica ante los acuerdos políticos que parecen responder más a cálculos estratégicos que a verdaderos principios ideológicos.

La reanudación de esta mesa de diálogo para formar una coalición política entre estos partidos es un reflejo de la compleja dinámica política del país. 

La ciudadanía observará con atención el desarrollo de esta alianza, evaluando si realmente busca generar beneficios para la nación o si, por el contrario, responde únicamente a la necesidad de ciertos líderes de mantener su cuota de poder. En un contexto donde la confianza en las instituciones es frágil, las decisiones de estos partidos marcarán su futuro y el de la política colombiana en los próximos años.


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