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Dejen la politiquería con el tema de las elecciones en Venezuela

La crisis venezolana no se resolverá con gestos simbólicos ni con intervenciones externas que solo buscan ganar puntos políticos en el escenario local colombiano. La situación requiere de una aproximación seria, responsable y respetuosa de la soberanía venezolana, donde prime el bienestar del pueblo por encima de intereses personales o partidistas.

La politiquería con el tema de Venezuela

El reciente episodio protagonizado por algunos personajes de la política y prensa colombiana, en relación con las elecciones en Venezuela, ha generado una fuerte controversia tanto en Colombia como en el país vecino. 

La narrativa que están intentado impulsar sobre la situación venezolana se percibe como un discurso que, bajo una apariencia de legalidad y preocupación democrática, esconde una clara intención de intervenir en los asuntos internos de Venezuela, lo que inevitablemente ha sido calificado como un acto ilegal que viola las leyes venezolanas.

Por citar sólo los casos de la deportación de Angélica Lozano, Claudia López y Martha Lucia Ramirez durante su última visita a Venezuela no fue un acto arbitrario ni injustificado. 

Las autoridades venezolanas aplicaron las normativas legales vigentes, pues cualquier intervención extranjera que busque deslegitimar el proceso electoral o promover agendas políticas externas representa una amenaza a la soberanía nacional. 

En este contexto, su presencia y las declaraciones que realizaron no sólo carecieron de tacto diplomático, sino que además avivaron las tensiones ya existentes en el escenario político venezolano.

Presidentes interinos o imaginarios

El respaldo abierto a figuras como Edmundo González, quien no ha recibido la certificación formal de las autoridades electorales venezolanas como ganador de las elecciones, representa un intento por construir una realidad paralela, similar a lo ocurrido con Juan Guaidó en el pasado. 

Aquel controvertido episodio no solo fracasó en su objetivo de generar un cambio político, sino que además derivó en una serie de escándalos de corrupción y en una pérdida significativa de credibilidad para la oposición venezolana. 

El caso de Guaidó terminó por convertirse en una herramienta que Nicolás Maduro utilizó hábilmente para fortalecer su posición y justificar su permanencia en el poder.

Insistir en fórmulas fallidas, como el apoyo a presidentes interinos o imaginarios, no contribuye en absoluto a la solución de la crisis venezolana. 

Por el contrario, profundiza la polarización y dificulta el establecimiento de puentes de diálogo entre los distintos actores políticos del país. 

¿Qué deberían hacer?  

Si Angélica, Claudia, Martha Lucía o cualquier otro líder realmente tuvieran un interés genuino en contribuir a una solución pacífica y democrática para Venezuela, deberían centrar sus esfuerzos en promover iniciativas que fomenten elecciones libres y transparentes, con la participación de todos los sectores políticos y sociales.

Además, resulta imprescindible comprender que las sanciones económicas y los bloqueos impuestos a Venezuela han tenido un impacto devastador en su población. 

Estos mecanismos de presión, lejos de debilitar al gobierno de Maduro, han afectado principalmente a los ciudadanos más vulnerables, generando una crisis humanitaria que ha alimentado el éxodo masivo hacia países vecinos, incluida Colombia

Por ello, cualquier estrategia que busque una solución a la crisis venezolana debe necesariamente incluir el levantamiento progresivo de estas sanciones.

El papel de estos líderes políticos y de opinión debería enfocarse en tender puentes entre el gobierno venezolano y la oposición, impulsando un diálogo abierto y constructivo que permita superar las diferencias y alcanzar acuerdos viables. 

Dejar de alimentar odios y divisiones 

En lugar de alimentar narrativas que aumentan los odios y las divisiones, sería más productivo que utilizaran su influencia para abogar por mecanismos de mediación internacional y por el fortalecimiento de las instituciones democráticas en Venezuela.

En última instancia, la crisis venezolana no se resolverá con gestos simbólicos ni con intervenciones externas que solo buscan ganar puntos políticos en el escenario local colombiano. 

La situación requiere de una aproximación seria, responsable y respetuosa de la soberanía venezolana, donde prime el bienestar del pueblo por encima de intereses personales o partidistas. 

Solo así será posible allanar el camino hacia una verdadera transición democrática en Venezuela, sin imposiciones ni injerencias externas que sólo perpetúan el ciclo de desconfianza y confrontación.


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