A pesar de lo complejo que llega a ser el sistema financiero de la salud en Colombia, les voy a tratar de explicar en palabras sencillas realmente lo que sucedió con el mismo:
La Ley 100, en su diseño original, planteaba un sistema financiero de salud aparentemente simple: el Estado entregaba a las EPS los recursos mensuales por adelantado para cubrir los costos de ese mismo mes.
En la práctica, sin embargo, este modelo se ha distorsionado de forma catastrófica.
La gestión de las reservas técnicas, ese mecanismo crucial para asegurar la oportuna cancelación de las facturas de los prestadores de servicios de salud, ha sido sistemáticamente vulnerada por la mayoría de las EPS. Las autoridades se hicieron de la vista gorda.
El esquema ideal era que las EPS recibieran los fondos de enero para cubrir los costos de enero, y como el proceso de auditoría y pago a prestadores tomaba (y debería tomar) un máximo de 60 días, esos recursos debían ser resguardados hasta marzo, cuando se efectuaran los pagos.
El dinero de febrero se resguardaría hasta abril, y así sucesivamente. Este resguardo, crucial para la estabilidad del sistema, se debía realizar mediante inversiones seguras y rentables.
Sin embargo, la realidad fue muy diferente.
La mayoría de las EPS, lejos de guardar los fondos en una «alcancía de inversiones,» utilizaron estos recursos para financiar proyectos alternativos: construcción de clínicas propias, préstamos a empresas y personas vinculadas (muchas veces sin garantías de devolución), y otros gastos no previstos en el presupuesto destinado a la atención de los afiliados.
El dinero de enero, en lugar de ser invertido, servía para solventar otros proyectos, y cuando llegaba marzo y se debía pagar por los servicios facturados en enero, se utilizaban los fondos recibidos en ese mes.
Este círculo vicioso se ha repetido año tras año, generando una deuda creciente con los prestadores y un déficit patrimonial multimillonario.
El desastre actual del sistema de salud
El desastre del sistema de salud colombiano es una consecuencia directa e inevitable de este desvío sistemático de fondos públicos y salta a la vista en la consolidación de los estados financieros de las EPS: una crisis financiera profunda, marcada por el incumplimiento normativo en la gestión de reservas técnicas y un endeudamiento alarmante, que exige una inmediata y radical transformación.
Académicos, expertos, ministros y superintendentes, todos convertidos en agentes de cobro de las EPS en vez de cumplir con su labor nunca prestaron atención al indicador financiero más importante; fueron muy hábiles en desviar la atención de lo que realmente importa.
La integración vertical
Otro gran problema del sistema de salud colombiano es la integración vertical que practican muchas EPS. Estas entidades contratan servicios dentro de su mismo grupo empresarial («yo con yo»), a tarifas frecuentemente injustas o infladas.
Además, se auto auditan, lo que genera conflictos de interés, y manejan los recursos de la Unidad de Pago por Capitación (UPC) de manera opaca, creando un «carrusel» interno. Posteriormente, argumentan que los recursos son insuficientes, afectando la calidad y disponibilidad de los servicios para los pacientes.
Además la integración vertical existe de facto; el sistema ha permitido su construcción. Con la reforma, entran a competir de una manera más justa, ya que se elimina la discreción en el pago.
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Vicente Calvo es un activista de la salud en Colombia que puede ser ubicado en X como @vcalvot. La participación ciudadana es esencial para garantizar una gestión responsable de los recursos públicos en el sistema de salud.
Un pequeño aporte de cada uno nos permite sumar a #DóndeEstáLaPlata y así financiarlo, llegamos a un punto de inflexión con las auditorias forenses, y el proyecto se hace más imprescindible pero el presupuesto no nos alcanza.https://t.co/tk5cTBctlM
— Vicente Calvo (@vcalvot) November 23, 2024
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