Inicio Edgar Rodao El carro rojo de Todelar – Por: Edgar Daniel Rodao U 

El carro rojo de Todelar – Por: Edgar Daniel Rodao U 

Con los años Gustavo se acogió al beneficio de la pensión de jubilación que le ofreció el Seguro Social y hoy —tranquilo y empedernido— vive tomando tinto en cafeterías de la ciudad, "arreglando los problemas del país" con sus viejas amistades de toda la vida.

Hace 40 años, el veterano locutor y periodista, Gustavo Arciniegas Ocampo, dirigía comercialmente la emisora La Voz Del Petroleo, 1540 AM.

Todo iba bien porque la emisora era reconocida en la ciudad, gozaba de buena sintonía y de una muy buena pauta publicitaria. Sin embargo, tras la aparición de las primeras emisoras en FM (Frecuencia Modulada) —que por su calidad en el sonido superaban en sintonía a las ubicadas en AM—  Gustavo sintió, en La Voz Del Petróleo, el «bajonazo» en las ventas.

Muchos de sus viejos clientes en la emisora le cancelaron los contratos, bajo el argumento que «las FM se oían más» y, prácticamente, la parrilla de su emisora iba quedando sin ningún cliente.

Sin embargo hay que reconocer que Gustavo no se dejó vencer de las circunstancias y de manera inteligente —como dicen hoy en día— «se reinventó» y se las ingenió para seguir siendo el líder de la sintonía en la ciudad.

¿Qué hizo?

Se compró un automóvil americano, modelo 1977, marca Dodge Dart -6 cilindros- … le puso el logotipo de TODELAR (una cadena radial de muy buena reputación que existía en Colombia para esa época), le acondicionó un equipo de transmisión móvil que transformó el vehículo en una «emisora ambulante» y de ñapa le instaló una sirena que Gustavo la hacía accionar para llamar la atención cuando llegaba a un sitio para una transmisión radial.

La estrategia de nuestro personaje fue sencilla y práctica.  

Gustavo tenía informantes en las 2 funerarias más importantes que habían en la ciudad en aquella época (Funeraria Foronda y Funeraria García).   Eran empleados que le pasaban información sobre muertos y accidentes.  

Como en la década de los años 80 y 90 los índices de criminalidad aumentaron notoriamente en la ciudad por la presencia de la guerrilla y los paramilitares, Barrancabermeja vivía un clima muy tenso.

Cuando se registraba una tragedia, recuerdo que de las funerarias llamaban a Gustavo, quien inmediatamente se comunicaba con el máster de la Voz Del Petroleo y alertaba al operador de sonido sobre la «primicia».

El operador ponía a rodar -al aire- una sirena que le indicaba a los oyentes un «Extra» y Gustavo salía al aire en el sitio de los acontecimientos, transmitiendo desde su carro rojo.

El espectáculo era cinematográfico. 

Primero salía la radio patrulla de la policía, luego la ambulancia de los servicios médicos de urgencia, posteriormente el carro de la funeraria y de cuarto el Radio Guia 28 de la Voz Del Petroleo conducido por Gustavo.

Por las calles de Barrancabermeja, a toda velocidad, desfilaban los 4 carros.

Como en esa época no había redes sociales, la única forma que había para saber lo que sucedía era a través de la radio.    Por eso cuando la gente oía la sirena por la emisora, presentía que «algo malo» había pasado … la gente se imaginaba lo peor.

La Voz Del Petroleo era la única emisora que prestaba esos servicios noticiosos al instante y en el sitio de los acontecimientos, lo que convirtió a la emisora en la «inseparable compañía» de miles de barranqueños que —aterrorizados— querían saber qué estaba pasando en la ciudad.

La Voz Del Petroleo, en esos precisos momentos del extra noticioso, era escuchada al unísono por toda Barrancabermeja y la popularidad de Gustavo era apoteósica.

El carro rojo fue muy famoso.

Fue tan famoso que —incluso— se llegó a decir que era el único vehículo que se «daba el lujo» de transitar -tranquilamente- por los barrios nororientales de Barrancabermeja, en el pleno apogeo de la guerrilla y los paramilitares, porque todo el mundo sabía, para su tranquilidad, que quien lo manejaba era «El Popular Gustavo«, siempre en la búsqueda de la chiva noticiosa.

Así —de esa manera— Gustavo se «reinventó» y no se dejó amilanar del devastador poder que trajeron las emisoras en FM en los años 80 con su espléndido sonido.

Con los años Gustavo se acogió al beneficio de la pensión de jubilación que le ofreció el Seguro Social y hoy —tranquilo y empedernido— vive tomando tinto en cafeterías de la ciudad, «arreglando los problemas del país» con sus viejas amistades de toda la vida.

Son las historias de nuestra comarca … las historias de nuestra querida Barrancabermeja.


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