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La verdadera democracia no teme a los cambios ni a los gobiernos legítimamente elegidos

Es fundamental que la sociedad en su conjunto esté comprometida con el respeto a los principios democráticos y esté dispuesta a defenderlos ante los intentos de socavarlos con mentiras y desinformación.

La verdadera democracia no teme a los cambios ni a los gobiernos legítimamente elegidos

La verdadera democracia es un sistema político en el cual el poder reside en el pueblo y se ejerce a través de la participación ciudadana, elecciones libres y justas, y el respeto a los derechos humanos. 

Uno de los pilares fundamentales de la democracia es que no teme a los cambios ni a los gobiernos legítimamente elegidos.

En una democracia genuina, los cambios son inevitables y necesarios para adaptarse a las nuevas realidades, responder a las demandas de la sociedad y mejorar el bienestar de los ciudadanos. 

Los gobiernos legítimamente elegidos tienen la responsabilidad de gobernar y tomar decisiones en beneficio de todos los ciudadanos, pero también están sujetos a la rendición de cuentas y a la crítica constructiva.

Sin embargo, en ocasiones, pueden surgir situaciones en las cuales algunos actores intentan socavar la voluntad popular utilizando mentiras y desinformación en las calles. 

Esto puede suceder por diversas razones, como intereses particulares, búsqueda de poder o simplemente resistencia al cambio. 

Estos intentos de socavar la voluntad popular van en contra de los principios democráticos y amenazan la estabilidad y la legitimidad de los gobiernos elegidos.

Propagan mentiras en las calles 

Cuando se propagan mentiras en las calles con el objetivo de desacreditar a un gobierno legítimo o influir en la opinión pública de manera manipuladora, se pone en riesgo la confianza de la ciudadanía en las instituciones democráticas. 

La desinformación puede generar división y polarización en la sociedad, debilitando el tejido social y dificultando el consenso necesario para avanzar hacia el bien común.

Es importante destacar que la libertad de expresión es un derecho fundamental en una democracia, pero también conlleva responsabilidad. 

La difusión deliberada de mentiras con el propósito de socavar la voluntad popular no es una manifestación legítima de la libertad de expresión. 

Es crucial que los ciudadanos estén informados y sean capaces de discernir entre información veraz y falsa, fomentando la educación cívica y el pensamiento crítico como herramientas fundamentales para fortalecer la democracia.

¿Qué hacer ante las mentiras? 

Para contrarrestar los intentos de socavar la voluntad popular con mentiras en las calles, es necesario promover la transparencia, la honestidad y la participación ciudadana. 

Las instituciones democráticas deben garantizar la protección de los derechos fundamentales, incluido el acceso a una información veraz y la posibilidad de que los ciudadanos expresen sus opiniones libremente. 

Además, es esencial fomentar una cultura democrática en la que la diversidad de ideas y el diálogo sean valorados, permitiendo un espacio para el debate público constructivo.

En última instancia, la verdadera democracia se fortalece cuando los ciudadanos están informados, participan activamente en la vida política y defienden los valores democráticos. 

Es fundamental que la sociedad en su conjunto esté comprometida con el respeto a los principios democráticos y esté dispuesta a defenderlos ante los intentos de socavarlos con mentiras y desinformación. 

Solo así podremos asegurar una democracia sólida y duradera que responda a las necesidades y aspiraciones de todos los ciudadanos.

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