La inauguración de la llamada vía centenario, antigua diez o cincuenta, ha abierto una ventana para reflexionar sobre Barrancabermeja y su destino, cómo se está visionando la ciudad y cómo se va a definir su porvenir.
Esta adecuación, sencilla y necesaria, impacta una de las vías más importantes de la municipalidad, que requería una adecuación de sus andenes pero descubre una crítica realidad, se están haciendo obras sin visión de ciudad, totalmente reactivas para responder a necesidades insatisfechas pero sin proponer ni plantear cómo construir una ciudad para la posteridad.
Hace más de una década, se hizo una adecuación a la calle novena o cuarenta y nueve, muy similar a la que se hizo ahora en la llamada vía centenario.
Se arreglaron y ampliaron los andenes, algo necesario, pero sin proponer nada nuevo al municipio pensando en el porvenir y su desarrollo como ciudad.
Hoy sucede lo mismo, más de una década después se mantiene esa reactividad pública y esa falta de innovación y creatividad para el desarrollo urbano de la localidad.
Es posible plantear que adecuar los andenes es una propuesta urbanística, pero en caso tal que lo sea es muy simple y se queda corta frente a las posibilidades que se pueden plantear.
La vía centenaria es otra oportunidad perdida para repensar a Barrancabermeja en términos urbanísticos.
Si se piensa en cambio climático y transición energética, que es contexto actual para concebir los espacios urbanos, la calle Centenario es una obra anclada en el pasado y un desperdicio.
En el mundo hay ciudades que se han atrevido a cambiar para buscar ser más amigables con el medio ambiente y cambiar la forma como no solamente conciben la movilidad, sino también la forma como la gente se relaciona en los espacios públicos.
El mobiliario urbano se piensa desde esas ideas de responsabilidad ambiental y una movilidad sostenible.
Eso se puede hacer sembrando árboles de manera masiva, construyendo ciclo rutas, estableciendo lugares con sombra e hidratación gratuita, más plantas con flores en jardineras en los andenes, lámparas alimentadas con paneles solares, entre otras cosas.
Pero esta forma de concebir las ciudades, buscando disminuir la huella de carbono, generando espacios ambientalmente amigables, buscando atrapar carbono con vegetación, motivando el uso de formas de transporte no contaminantes, entre otras cosas, no se tienen en cuenta.
No hay que olvidar que Barrancabermeja hasta hace un poco más de tres décadas era una ciudad que se movía en bicicleta sin tener la infraestructura para ello, lamentablemente una visión equivocada del progreso y el desarrollo provocó que se abandonara ese medio de transporte, que en todo el mundo se busca impulsar.
Lo que sucedió en la vía centenario es precisamente todo lo que no se debe hacer en las vías modernas, y es una prueba que no hay una visión de ciudad, simplemente se hacen obras porque se consideran necesarias pero no se piensa en cómo hacer una localidad pensada hacia las realidades urbanas del mundo.
En la vía centenario no hay un metro de ciclo ruta, ni espacios para parquear bicicletas.
Lo que se promovió fue el tránsito y también el parqueo de vehículos que usan combustibles fósiles, a través de bahías de parqueo, lo que es un claro estímulo al uso de vehículos contaminantes.
Además, no hay un árbol sembrado ni jardineras con plantas, no se hizo el menor esfuerzo para buscar generar sombra natural, capturar carbono y disminuir la temperatura de la calle.
Las abundantes lámparas no están alimentadas con energía solar, no se usaron paneles solares que se podrían haber instalado y servido no solo para alimentar de energía las lámparas sino que serían espacios de sombra artificial para los transeúntes.
Tampoco hay esculturas o arte en el espacio público que inviten a construir sitios de encuentro social, sólo bancas puestas al azar sin sombra que las cobije ni algún estímulo que las haga atractivas al transeúnte.
La vía centenario no le propone nada a la ciudad en términos de su desarrollo urbanístico
En últimas, la vía centenario no le propone nada a la ciudad en términos de su desarrollo urbanístico, solamente busca cumplir una idea de mejorar los andenes sin plantear algo más allá.
Se podría decir que los escasos recursos disponibles no permitirían hacer más cosas que las hechas, pero si se gastaron recursos construyendo bahías de parqueo e innumerables lámparas, podrían haber usado esos mismos recursos construyendo ciclo rutas y sembrando árboles o ubicando jardineras.
Barrancabermeja ambiciona ser capital de la transición energética pero al parecer esa idea es solo la aspiración de unos pocos, y no han logrado entender que deben empezar a pensar en su proceso de transición al abandono del petróleo como eje de la economía, y empezar a pensar en cosas como la generación de energía solar o la producción de hidrógeno azul y verde.
Eso se demuestra cambiando la forma cómo se construye la ciudad.
Un desarrollo urbanístico pensado en la transición energética, con ciclo rutas y más árboles, por ejemplo, sería realmente una forma de repensar la municipalidad y proyectarla al siglo 21 y a la transición energética.
No se pueden seguir desperdiciando oportunidades, en el contexto del siglo 21 Barrancabermeja debe pensarse diferente, regresar al uso masivo de la bicicleta, la promoción de la energía solar, la reforestación urbana, entre otras cosas, como parte de una visión de ciudad pensada acorde con el porvenir de la humanidad pero también considerando lo que necesita la municipalidad.
Hay que pensar a Barrancabermeja, desde otra óptica, con verdadera innovación, creatividad y espíritu transformador. Hay que atreverse a hacer cosas diferentes.
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