Panorama equilibrado que obligaría una segunda vuelta, donde Petro es anticontinuismo, Fico el anti-Petro y César Gaviria la incógnita. Cómo juegan los partidos
En consultas ninguna gran sorpresa.
Algunas pequeñas: la votación por Francia Márquez; el tamaño de la desinflada de Centro Esperanza y Fajardo; y el margen a favor de Fico en la consulta Equipo Colombia -está última con grandes efectos-.
Se definió así que serán Fico y Petro los competidores por la presidencia; ambos fijando como objetivo lograrlo en la primera vuelta; con posibilidades de lograrlo, y, de no ser así, como seguros candidatos en la segunda vuelta.
Respecto a esto, ¿qué se deduce de las elecciones al Congreso?
Disciplinadas y con seguidores de sus jefes hay tres agrupaciones: Partido Conservador, Centro Democrático y los Cristianos.
El conservatismo se va todo con Fico y su cantidad es la del voto en la consulta.
El Centro Democrático aportará una votación adicional pero no muy grande: el uribismo ya votó en su mayor proporción en la consulta por Fico; el gran margen mostró eso a Zuluaga y por eso su renuncia y adhesión.
Los Cristianos votarán divididos como se presentaron en las consultas 2/3 Fico 1/3 Petro.
Los otros supuestos partidos que sacaron curules nacieron de intentos de captar el voto del liberalismo que no estaba de acuerdo con lo que ahora representa el partido ni con quien oficialmente lo dirige. La U, Cambio Radical, y los Verdes como ‘partidos’ fracasaron y ese ‘liberalismo huérfano’ es el que se ha venido acercando a Petro.
En Cambio Radical Vargas Lleras es de temperamento de derecha y tiene ascendencia sobre los de ese partido, pero no tanto como para que lo sigan en un voto por esa línea. Tampoco es claro el número de votantes que son. Probablemente esos se dividirían entre no voto o voto en blanco, y unos por Petro y otros por Fico, sin que la diferencia entre estos pese mayormente.
La ‘U’ se dividiría con mayoría por Fico, pero con un contingente muy mermado; la votación por Fajardo sería muy baja (no siendo imposible que se retire y adhiera a Fico).
Los verdes también divididos pero más grandes, en crecimiento, y más favorables a Petro.
En general las bancadas están compuestas casi únicamente por microempresas electorales cuya única razón de ser es ganar la curul para su dueño. En ese sentido los compromisos para lo que sigue serán muy tenues: no aportarán recursos económicos y su alineación dependerá mucho de quién les entrega algo (recursos y promesas).
Se debe tener también en cuenta lo que los gringos llaman ‘subirse al bandwagon’, es decir la tendencia que no es emocional, ni racional, ni calculada sino instintiva de votar por quien parece ganará.
Más de uno de los otros candidatos es posible que se retiren.
El conjunto de todo lo anterior deja un panorama muy equilibrado; no pesa lo suficiente para definir hacia un lado o el otro, pero sí tendería a obligar la segunda vuelta.
El caso es que el sistema político actual gira alrededor del anti.
El antiuribismo volteó la ventaja que tenía el pro-Uribe sobre el anti-Uribe, por eso la estrategia de que Fico no sea el candidato oficial del expresidente.
La candidatura de Petro es el anticontinuismo.
La candidatura de Fico se concreta en ser el anti-Petro.
La candidatura de Hernández es anticorrupción y antipolíticos.
Las incógnitas o pendientes son Rodolfo Hernández y, probablemente la definitoria, la del Partido Liberal.
La votación del liberalismo depende de hasta dónde llega el rechazo a César Gaviria y a su gobierno -que no dirección- sobre el partido.
Según las encuestas es el personaje con más margen en contra en cuanto a desaprobación versus aprobación (incluso más que Petro). Esto en parte porque el Partido no ha podido tener candidato propio en las últimas 5 elecciones presidenciales; más lo insólito -y hasta vergonzoso- que pueda indiferentemente asociarse con candidatos que representan extremos totalmente contrarios; ni se diga el rumor -cierto o no, pero visto como posible- que intente recibir como cuota la vicepresidencia no solo para una persona que no tiene absolutamente ningún antecedente ni razón para acceder a ese cargo, sino que esa persona sea su propia hija.
En el momento en que lo característico es el rechazo a la ’politiqueria’ -entendida como las maniobras políticas- César Gaviria es el símbolo mismo de ella. Lo más posible es que ni un lado ni el otro lo reciban con entusiasmo; y, como su supervivencia depende de no adherir al perdedor, declare la libertad de voto, como ya le tocó hacerlo en las consultas.
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