Son varias las verdades sorprendentes que se han conocido sobre el expresidente Andrés Pastrana Arango como resultado de la lectura de la carta que los hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela le dirigieron, en respuesta a su intervención reciente ante la Comisión de la Verdad.
Unos podrían decir “lo pusieron en su lugar”, otros que “peló el cobre”, lo único cierto es que habría quedado en evidencia un chantaje realizado desde la mismísima presidencia de la República sobre dos poderosos capos de la mafia para que escribieran algo contra Ernesto Samper y Horacio Serpa, so pena de ser extraditados a Estados Unidos si no cumplían la tarea encomendada.
Podría pensarse que es la segunda vez que el político conservador queda en evidencia, si recordamos lo de una aparente o supuesta pedofilia, en consideración a que el nombre de Andrés Pastrana apareció en la lista de pasajeros de un vuelo del Lolita Express, así llamado por ser el avión donde el multimillonario Jeffrey Epstein -en compañía de sus amigos más cercanos- transportaba a su isla privada en Bahamas a las menores de edad que contrataba. Entre esos amigos el príncipe Andrés de Inglaterra, en hecho denunciado por una víctima suya, Virginia Roberts, cuando ella tenía 17 años. (Ver fotos).
Pastrana dijo que fue un aventón que Epstein le dio hasta Cuba, invitado o invitados por Fidel Castro. Aunque no hay modo de probarlo, pues según Univisión “no hay registro de vuelos de ese avión de llegada ni salida a Cuba”, dentro de la mayor buena fe debemos colegir que fue el único amigo de Epstein al que este nunca le habló de su paraíso poblado de ninfas, pero sí le hizo el desinteresado favor de trasladarlo al paraíso del socialismo. (Ver Pastrana y su vuelo en el Lolita Express).
Ahora bien, la diferencia entre tan extraño episodio (un expresidente de Colombia subido en el avión de un pedófilo) y la carta de los Rodríguez Orejuela, es que esta dice ciertas verdades o revelaciones que tienen hoy al médico Santiago Rojas escondido de los medios para que no le pregunten si fue cierto lo que contaron ellos, que Rojas les habría dicho: “el presidente (Pastrana) está muy enojado y dispuesto a extraditarlos a usted y a su hermano a Estados Unidos, así sea por vía administrativa”; a no ser “que ustedes escriban una carta contando cómo fue el apoyo a la campaña de Samper, involucrando también a Serpa”.
Razón tiene el senador Antonio Sanguino al entablar denuncia contra Pastrana por el delito de chantaje, aunque lamentable que por el fuero presidencial tenga que ser ante la Comisión de Acusaciones de la Cámara, un tribunal de naturaleza política, hoy cooptado por el uribismo en el poder. (Ver denuncia).
En entrevista con Vicky Dávila, cuando ella le pregunta a Pastrana por qué demoró tanto tiempo en hacer pública la carta (dentro del libro Memorias Olvidadas que le escribió Gonzalo Guillén), este responde: “en el año 2000 cuando me llegó esa carta, consulté con mis asesores qué se puede hacer. Y me dijeron “absolutamente nada”, porque ya cerraron la investigación”.
Tiene razón en que el caso había cerrado, pues el Congreso dio su fallo absolutorio en mayo de 1996 a favor del entonces presidente Ernesto Samper, pero Pastrana ‘olvidó’ mencionar que la carta había sido producto de un chantaje sobre los narcos, quienes se habrían visto obligados a decir lo que él quería para que no los fuera a extraditar.
Santiago Rojas les habría prometido -de palabra, a no ser que hubiese grabación clandestina- que después de entregada la carta, Pastrana cumpliría con el acuerdo de no extraditarlos. Hablando a calzón quitado, esto significa que el mismísimo presidente en ejercicio habría incurrido en delito penal cuando mandó a un mensajero suyo a proponerles un trato de claro tinte extorsivo a dos poderosos capos de la mafia que habían sido apresados por el gobierno de Ernesto Samper.
Es también lamentable que un galeno del prestigio de Santiago Rojas se haya visto envuelto en tan bochornoso episodio, donde se percibe que fue utilizado, pero el intríngulis solo se resolverá cuando decida salir de su escondite para corroborar o negar el dicho de los Rodríguez Orejuela.
Sea como fuere, no es posible pasar por alto una anécdota contada por Horacio José Serpa, hijo de quien en la carta cuentan los Rodríguez Orejuela que nunca le dieron un peso. El hijo del patriarca liberal Horacio Serpa recuerda que a Santiago Rojas “hace un tiempo lo visitamos con mi papá; ¡miércoles, qué pasó!”. (Ver noticia).
Mientras Rojas prepara sus explicaciones -algún día tendrá que darlas-, otro al que los Rodríguez Orejuela echaron al agua fue a Álvaro Pava Jr., de quien dicen que “en los últimos 50 años del siglo pasado ayudamos tanto a Liberales como a Conservadores. Su campaña no podría ser una excepción y de eso un testigo de excepción podría ser el doctor Álvaro Pava hijo”.
Tiene sobrada razón el columnista Federico Gómez Lara cuando dice que Pastrana se pegó un tiro en el pie, y trae al ruedo al hijo de Miguel, William Rodríguez Abadía, quien en entrevista con Julio Sánchez Cristo dijo conocer la razón por la cual Pastrana se guardó esa carta por 13 largos años, (…) y le hizo un llamado al expresidente para que reconozca que tenía “relaciones en la clandestinidad con los hermanos Rodríguez”. (Ver columna).
Gómez Lara aporta además esta llamativa coincidencia: “luego de llevar cinco años recluidos en La Picota de Bogotá con pedido de extradición, los Rodríguez le mandaron la carta a Pastrana un mes antes de que solicitaran formalmente su traslado a Palmira. Dos meses después, el 21 de septiembre, el ministro Rómulo González autorizó su traslado a la cárcel de Palmira. Pastrana nunca los extraditó”.
Podría concluirse entonces que Andrés Pastrana fue por lana ante la Comisión de la Verdad a exhibir como prueba reina la carta donde quedaría probado que Samper sí sabía que a su campaña entró plata del Cartel de Cali, pero salió trasquilado cuando el documento se transformó en la prueba reina de que fue escrito por imposición del entonces presidente para que no los extraditara.
A modo de moraleja y conclusión, entonces, frente al tema pedofilia se debe seguir hablando de una condición “supuesta”, pero parecería comprobada su condición de chantajista. O sea, es como dicen en mi tierra: tras de gordo, con paperas.
Post Scriptum: El gran temor con el futuro de Colombia reside en que el poderoso aparato de talante mafioso que se apoderó de la conducción del Estado es gente a la que le gusta imponerse por la vía violenta. ¿Estarían dispuestos a entregar el poder luego de perderlo en una elección limpia? Permítanme dudarlo.
Fuente: El Espectador
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