Muchachas y muchachos, lo más revolucionario es alistarnos para lograr una participación electoral histórica, empecemos registrando nuestras cédulas
#OjoConEl2022 fue la etiqueta que el ex senador Álvaro Uribe comenzó a usar en redes sociales cuando vio que las encuestas, el paro nacional, la aparición de dos docenas de precandidatos y la mala imagen de Iván Duque le señalaron que, si quería mantener el poder político y protección judicial, debía adelantarse a desatar la campaña electoral más de un año antes.
Pero sabemos que publicamos en redes, pero no las consecuencias de esas publicaciones y como todo lo que le pasa al presidente en la sombra últimamente, miles están aceptando el Challenge, invitando a la juventud a registrar la cédula masivamente porque ajá #OjoConEl2022.
Y es que el expresidente perdió su magia para la propaganda electoral y se quedó sin sucesores viables de Duque en su partido. La derecha, uribista o no, hoy está sitiada por el paro y ha perdido la iniciativa en la arena política. A Uribe, como a Ali Babá, le robaron la clave de la iniciativa política miles de muchachos y muchachas que con sus celulares han grabado la violencia desatada por el gobierno y sus generales, con sus manos han pintado paredes y calles o tocado sus músicas rebeldes y con sus pies han recorrido miles de kilómetros demandando oportunidades, igualdad, derechos y democracia.
Sin duda, ellos y ellas son la primera línea de esta rebelión pacífica contra lo establecido. Sin duda, nosotros en el Comité Nacional de Paro somos la segunda línea, los movimientos sociales institucionalizados y sobrevivientes de una larga guerra sucia, tratando de ser colador, filtro, traductor o canal entre esta Rebeldía Disruptiva, Callejera, Juvenil y “Anartística”, un movimiento plural y descentralizado, de parches de cuadra, de barras de fútbol, de estudiantes y trabajadores, pero con agendas similares en sus cimientos al Pliego de Emergencia del Comité Nacional de Paro. Y el Comité trata de negociar con el gobierno esa agenda nacional con su Pliego de Emergencia y obligarlo a que pare la masacre, un gobierno mal soportado en un poder político y económico envilecido y cada día más menguado, cada vez más sostenido en el terror policial.
Ese terror policial, siempre presente, quizás contenido, fue desatado en noviembre de 2019, recrudecido el 9 de septiembre de 2020 en Bogotá y hoy está salido de madre y de padre en un intento por parar la protesta a base de terror, no olvidemos que el general Zapateiro le prometió al ministro de Defensa Molano que en tres días acababa con las protestas de Cali. 42 días de barbarie y paraquismo después, las fuerzas armadas y de policía más grandes y mejor financiadas de Latinoamérica no han podido parar la protesta, es más, sus métodos delincuenciales la han acrecentado, el problema no son los fierros es seguir usando estrategias que ya demostraron ser equivocadas y seguir privilegiando la ideología a la razón y la técnica.
En este epílogo sangriento de su saga, el uribismo y todos sus aterrados o sorprendidos socios han desatado los jinetes oficiales del apocalipsis tratando con ellos de crear un estado de opinión sostenido en el pánico a un fantasma comunista que recorre el país infiltrado en el paro, al terror de miles de vándalos financiados por Maduro, Putin, China, Satanás o Cuba, incluso no faltará el que salga a decir que de nuevo son los judíos y los masones los instigadores de esta revolución molecular disipada.
Con esta narrativa del pánico buscan de nuevo vencer y mantener el poder, las armas, el presupuesto y la impunidad. Pero enfrentan retos enormes, sobre todo la sensación de la mayoría de que es necesario un cambio social y político de fondo que ellos ya no pueden ofrecer.
Y no hay tal fantasma, el que está en las calles, de carne y hueso, es el pueblo que ha sorprendido a un régimen oligárquico que se ha creído inexpugnable. Pero se están equivocando de principio a fin, el daño que le hizo al régimen Alberto Carrasquilla y Claudia Blum primero, los centros de pensamiento y los gremios después y la insaciable mayoría del Congreso, tiene al establecimiento político y económico en los peores niveles de favorabilidad, mientras el paro roza la unanimidad en simpatía según las encuestas.
La represión solo ha provocado más ira y movilización y la caída en picada de la reputación internacional del país, buena parte del gobierno y la oficialidad del ejército y la policía enfrentarán decenas de procesos judiciales aquí y en el exterior. Esperemos que pronto se convoque una gran jornada nacional de duelo de todas las víctimas de la violencia de este paro sin distinción alguna.
Un gran acuerdo nacional incluyente es necesario, avanzar hacia la paz completa y cumplir los acuerdos con las ex FARC es indispensable. Esta agenda de avance, justicia y derechos solo será posible si contamos con mayorías democráticas, transparentes y progresistas en el Congreso y en la presidencia. Con Uribe, con Duque no queda mucho por hacer si se mantienen sordos al clamor nacional por un diálogo que produzca transformaciones de corto plazo que paren el hambre y la caída del tejido económica nacional.
Por eso muchachas y muchachos lo más revolucionario que podemos hacer es prepararnos para alcanzar una participación electoral histórica, para eso debemos empezar por registrar nuestras cédulas, ser gobierno y construir, venciendo muchos obstáculos, la sociedad justa que merecemos y soñamos.
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