El concejo de Bogotá acaba de declarar la Emergencia Climática para la capital, mediante un proyecto de acuerdo estableciendo una serie de tareas y responsabilidades para la administración distrital con el fin de proteger a la población y a los ecosistemas frente a la crisis climática y el calentamiento global, entre otras cosas.
Esto quiere decir que el Concejo de Bogotá discutió, en un proceso largo que les tomo varios meses, que un asunto fundamental y prioritario de la gestión pública era la mitigación y adaptación al cambio climático.
Es un verdadero hito a nivel latinoamericano y nacional lo que acaban de hacer, asumiendo una postura proactiva y responsable con la naturaleza y la población.
Es un verdadero cambio en la forma como una ciudad y su gente se debe relacionar con el planeta, reconociendo que la supervivencia de la especie está en riesgo.
Esto va a requerir la elaboración de un plan de acción y la destinación de recursos para poder hacer realidad lo planteado en el proyecto de acuerdo, y eso necesariamente requiere el compromiso de la administración distrital para redefinir sus objetivos y hacer los ajustes presupuestales necesarios para cumplir estos retos, pero es al mismo tiempo inevitable.
El acuerdo de Paris, suscrito por Colombia, le impone al país una serie de retos y acciones para disminuir el cambio climático, y la decisión de Bogotá va en sintonía con los acuerdos internacionales y con lo que la comunidad científica está hablando.
En este contexto, es indispensable que el concejo y la administración distrital de Barrancabermeja asuman un papel proactivo y empiecen a discutir seriamente un tema fundamental en el mundo actual.
Es claro que el distrito tiene múltiples problemas y preocupaciones, pero el cambio climático y el calentamiento global, la destrucción de los ecosistemas, las afectaciones a la salud relacionadas con el deterioro ambiental, entre otras cosas, son temas vitales y que demandan respuesta estatal urgente, pues esas problemáticas afectan directamente la salud pública, el empleo, la alimentación, la infraestructura publica, la vivienda, etc. y se deben tomar medidas inmediatas para evitar, mitigar y corregir las afectaciones.
Problemas actuales como la pandemia de Covid-19 o los cambios en el clima (aumento de sequias, incendios, inundaciones, etc.) son hechos que afectan a las comunidades y cada vez de forma más grave y constante.
Ya se hace indispensable empezar a analizar la realidad local para por un lado ver cuál es el estado actual del medio ambiente distrital, y por otro lado los esfuerzos que se deben dar para disminuir el cambio climático.
Es un tema serio que requerirá tempo para reunir información y estudios, análisis de datos, resultados y establecimiento de prioridades para construir un plan de acción, con el esfuerzo institucional necesario para ejecutarlo.
Esta labor va a requerir el liderazgo de la administración distrital y un trabajo dedicado del concejo.
Y esto requerirá un verdadero compromiso público, serio y responsable, que involucre a la academia, la empresa privada y la comunidad.
Sin la participación de todos los actores sociales, económicos, públicos y la población, será un esfuerzo incompleto y frágil, pues es necesario construir un consenso social común tema de tanta importancia y magnitud.
El estudio de la realidad ambiental distrital implica reconocer que solo en un trabajo colectivo se puede no solo identificar problemáticas sino también soluciones, que realmente ayuden a resolver los problemas ambientales y que al mismo tiempo generen oportunidades sociales y económicas.
En este sentido, el concejo y la administración distrital deben construir espacios de concertación para establecer líneas de trabajo, como la construcción de una ética socio ambiental que debe ser compartida por todos y enseñada no solo en colegios y universidades, sino en empresas y a las comunidades.
Esto también debe ir acompañado con el propósito de crear conciencia y cambiar hábitos de producción y consumo de bienes y servicios, disminución paulatina hasta el fin del uso de combustibles fósiles, gestión integral de residuos, economía circular (reciclar, reusar, reducir, etc.), ajustes laborales y economía solidaria.
Además, el ordenamiento del territorio se debe desarrollar entorno a los ecosistemas y cuerpos hídricos considerando las relaciones sociales y urbanísticas asociadas.
Así mismo, es esencial la recuperación y protección ecológica, la transición energética, la reducción de producción de gases de efecto invernadero, la gestión integral del agua, la seguridad alimentaria y la producción agropecuaria sostenible.
Además, considerar los riesgos de salud ocasionados por el cambio climático, la protección de la biodiversidad, detener la deforestación y promover la reforestación con especias nativas.
Estos son solo algunos elementos que se deben considerar para abordar la realidad climática y ambiental del distrito y que no dan más espera.
El propósito mundial de evitar que el planeta se recaliente, menos de 1.5 a 2 grados en los próximos años, no es solo un tema de los países desarrollados, que son los principales responsables del calentamiento global y el cambio climático, sino que también desde el distrito se puede generar un entorno socio ambiental y ecológico que esté listo para afrontar los efectos de lo que sucede en el mundo y que permita una mejor calidad de vida para todos.
Esta es una verdadera urgencia y no hay excusas para demorar este trabajo político, social y económico.
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