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Cuando la refinería era un zoológico y más – Por: Pedro Severiche

Cuando la refinería era  un zoológico y más – Por: Pedro Severiche

En Refinería yo soy el único que no tiene apodo – dijo un trabajador de Ecopetrol a quien desde entonces lo llamaron  El Único. 

Con este apunte le respondía al Director de Barrancabermeja Virtual, Edgar Daniel Rodao, quien me recordaba que en mi texto Como Pedro por su casa hay un apartado para los apodos.

Pues bien, se me dio por publicar en mi estado la frase de arriba y para qué fue eso. La gente comenzó a despacharse con un catálogo de remoquetes con los que bautizaron a más de uno en la refinería de Barrancabermeja, dejando al descubierto que ese complejo industrial también es un auténtico zoológico de especies en vías de extinción.

Papelito

El primero en saltar a la palestra fue el profesor José Etalides Guerra Fuentes (a quien Lina Ochoa le advirtió que sabía cómo le decían a él por aquello de   sus ojos a los que Rafael Pombo le faltó mencionar en el Renacuajo Paseador).

Apuntó el docente, en buen uso de retiro:

En la década de los años 70 al 90, quien daba papaya  le anclaban un sobrenombre o apodo; sobre todo al tomar los buses para el trabajo.  Eran  apodos atrevidos.

A lo que agregó  Khronos Darling:

Y nadie sufrió trauma. Y eso de bulling ni por ahí. Reírse de uno mismo es lo mejor que hay en el mundo

El contador público Amílkar Coronado, tan serio él, no vaciló en apuntar: 

Me acuerdo de Buche e perra  y de Cara e Puño.

Por allá lejos se escuchó el apunte del abogado Carmelo Castilla Rojas: “Papel cagao”.  

Hecho que bastó para que saltara a la palestra el abogado Alfredo Castaño Martinez -desde su fría Bogotá- para explicarle algo más sobre el mencionado de marras. Esto explicó Castaño a su colega Castilla:  

Era un trabajador de Servicios Generales Aseador de los baños y así le gritaban en la calle cuando iba con su mujer, pero en diminutivo: ¡Papelito!

Cara e Garra

El artista Miguel Osorio, desde Ámsterdam, metió baza en el asunto y dijo: 

Cuando mi padre me llevaba a los partidos de fútbol del torneo de la empresa en el Villa Zapata y recuerdo que me hacían reír mucho los apodos. Había uno que no quería ensuciarse el uniforme y le decían Ropa Limpia, otro Cable e Buque.

Y es aquí cuando aparece Dídimo José Carvajal Palencia y dice:

Había un ingeniero que le decían Culo Alto.

Y el abogado Alfredo Castaño volvió a la escena reclamando lo suyo: “Ese era mi hermano José Miguel”. Y aprovechó el hombre de leyes para nutrir la guachafita con esta afirmación que lo podría llevar hasta los estrados judiciales:

Pollo e Finca y Buche e Perra eran los vigilantes más sapos de refinería. «Ventarrón» se sacó unas platinas de plomo amarradas en la cintura con su correa, en la puerta antigua de refinería, en la requisa se le reventó la correa y las platinas cayeron a suelo y el vigilante «Pollo e finca» lo aventó. Le decían Pollo e Finca porque tenía el cuello largo y enrojecido.

Aclaración

Alejandro Piedrahita Díaz, recuperado ya de un susto que le metieron unos canallas, hizo su valioso aporte a esta causa:

Bulto de Rabia, Detallito, Burro Pión, Cara e Pea, La Mirla, Tabaquito, Vaca Vieja, El  Pozón. Baila Bien y La Rellena.

Y  quién lo creyera, la comunicadora social Alba Amaya no quiso quedarse atrás y al hacerlo dejó al descubierto que en su apretada agenda en Refinería había espacio para el ocio:

Algún día nos dimos a la tarea la de buscar los peores apodos y ganó: Cara e Garra.

¡Qué horror!

Gallina Vieja

William Galván apunta:

Ah y este: Peo pero realmente era Peohediondo, otro Mico Tibio. Y de gerentes también: La Marrana, La Venada, Cara e Carne, La Viga…. otro que aporte saludos

Ante el pedido de Galván, salta a la palestra Edwin Palma Egea, el Presidente de la USO:

A mí me alcanzaron a poner el «Gavilán». Pero nunca trascendió.

Y agregó:

El «Obispo« era mi compañero de laboratorio. Gerardo. Bautizaba a todo el mundo.

Y el Vicepresidente de la USO, César Loza, no quiso quedarse atrás e hizo este apunte de oro:

A un compañero le decían «Gallina Vieja» porque comía y bebía y no ponía nada.

Manila

Y mi amigo Rodao (quien motivó este escrito) no se aguantó las ganas  e hizo su aporte desde Miami:

A un reconocido locutor ya fallecido le decían «Cabeza de piedra … Trabajó en la sección de Transportes, manejó una grúa y fue muy conocido en Barranca por la radio … Era excelente persona y de buen humor, pero cuando le decían «Cabeza de piedra« se emputaba…

Alfredo Castaño Martínez, saca la cabeza de nuevo, y murmura:

La fauna de la refinería: Rinoceronte, Marimonda, El Perro,  La Danta, la Tortuga…

“Me acorde de otros, El Caballo, La Boa, Muñeco Sucio, La vaca todos fueron grandes soldadores”, apuntó de nuevo William Galván, para darle paso a otro directivo de la USO. Se trata de Ludwing Gómez Almeida quien aporta esta joya:

Un compañero subió a una torre, debía amarrar la Manila y tírarla para subir las herramientas; tiró la Manila sin amarrarla y quedó “Manila”

Y Luz Eliam Lucero de Amor nos cuenta

A mí padre en El Centro le decían Puñalada,por una cicatriz que tenía en el abdomen. Lo bueno es que siempre me enseñaba a llamarle a las personas por su nombre y supe del apodo 20 años después de muerto.

Güevo Roto

Traga entero”, un señor que se comía 4 cenas y se tomaba 6 cascados de jugo”, anota mi compañero de bachillerato Félix Pardo, para adornar este repertorio.

Alfredo Castaño Martínez cierra con broche de oro:

«Güevo Roto « un trabajador al que la mujer estando borracho les rasgó y rompió con las uñas la bolsa de los escrotos del pene y no se atrevió a ir a la Policlínica a reportar y le suturaran las lesiones, sino al Hospital San Rafael.

Y yo le pregunto a Castaño:

Recuerda la señora de la plancha caliente en su órgano reproductor… ¿Cómo era que le decían, Doc?

Y el licenciado no vacila en responder casi gritando:

«¡La Pan Quemao!».

 

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