Otra mirada – No todo es culpa de la gente, ni hay una gran responsabilidad de las personas frente a la forma como se encara el covid 19 y las medidas para evitar el contagio.
Hay una realidad social y psicológica, que se invisibiliza y no es considerada en toda su importancia, que sufren las personas por los cambios que están atravesando, a los que no estaban preparados y que además exigen transformaciones profundas en poco tiempo.
La cuestión no es la obligación de cambiar o sino enfrentarse a la enfermedad o la muerte, esa forma trágica y fatalista de arrojarle la realidad a las personas no aporta nada a los cambios necesarios para afrontar el mundo actual.
La cuestión es cómo nos adaptamos a la nueva situación, pero a través de un proceso que reconozca nuestros comportamientos y necesidades, interiorizando nuevas costumbres y evitando imposiciones y obligaciones.
Se hace necesaria más empatía y solidaridad, reconocer que el otro, las personas, también tienen unas necesidades sociales y psicológicas que necesitan satisfacer y por culpa de la pandemia deben privarse de ellas.
No se pueden exigir cambios inmediatos sin antes hacer un proceso profundo, permanente y exigente de formación a las personas. Pero ese proceso debe partir del reconocimiento de las necesidades, de las costumbres y de los comportamientos.
Hay que partir de que las personas tienen necesidades psicológicas y sociales, que se deben también satisfacer.
Una vida digna requiere reconocer esa realidad de la gente.
La reclusión, el aislamiento, el distanciamiento, entre otras cosas, han hecho que la gente sienta afectada su forma de vida, es claro que para preservar la salud y la vida misma, pero también se debe reconocer que la cuestión no es solo sobrevivir sino vivir con dignidad.
Por eso se requiere que no solo la comunidad cambie y se esfuerce en cambiar, sino también que las instituciones ayuden al proceso de cambio, reconociendo las necesidades sociales y psicológicas de la gente, y buscando nuevas formas de satisfacer esas aspiraciones y deseos, propios de la condición humana.
Por eso es indispensable que en vez de culpar a la gente de los contagios o de la indisciplina, es necesario considerar su situación, insistir en la formación en la cultura del autocuidado y abrir espacios de interacción social, además de buscar medios y mecanismos de atención en salud mental, todo esto para ayudar a afrontar la nueva realidad.
El uso de la fuerza y la coerción se agotan rápido y causan daños, es mejor buscar otros medios, como la formación y la cultura, que tienen menos efectos negativos y pueden dar más resultados.
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