En el marco de los 97 años que Barrancabermeja cumple de vida municipal surge «Decentenario». La iniciativa nace de un grupo de personas disímiles en edad y formación académica, unidas por el amor a la ciudad, que buscan construir, interdisciplinariamente, la línea del tiempo representada en el reconocimiento de las posibilidades, dificultades, aciertos y equivocaciones históricas que permitieron que fuera la ciudad de Barrancabermeja lo que es hoy, con fortalezas, debilidades y oportunidades.
La sinergia que significó haber reunido en tiempo y lugar a la juventud talentosa junto a la madurez reflexiva, dedicando valioso tiempo a visionar desde el consenso la Barrancabermeja que queremos, no tendría sentido, si su último fin y aspiración no fuera la de buscar encuentro con la visión social del barranqueño del común, de forma que, como utopía al final del ejercicio, propenda por la generación de un nuevo ciudadano que conozca y valore su pasado y presente, que mediante acuerdos sociales trasforme comportamientos rutinarios equivocados en pos del bien común.
Mediante una semiótica de la decencia por lo colectivo, este ciudadano debería fortalecer los recursos humanos, ambientales, financieros, culturales y patrimoniales, que le permitan potenciar las oportunidades y materializarlas en posibilidades efectivas de desarrollo sostenible para Barrancabermeja y su gente.
Como ciudadano del común también imagino posibilidades que pueden impactar efectivamente mi entorno. Intentaré ejemplificar lo dicho hasta ahora con dos comportamientos rutinarios que en mi concepto son inadecuados y que solo podrían ser trasformados mediante la generación de ese nuevo ciudadano con lazos de identidad social que faciliten el establecimiento de pactos que trasformen positivamente su presente:
CAÑO CARDALES
Para hablar del caño Cardales es importante remontarse a la historia, cuando hacia 1918 Barrancabermeja era aún corregimiento de San Vicente. En ese entonces, se realizó implantación que la Trocco hizo de su complejo industrial en el lugar donde hoy es la refinería. Esto condicionó el crecimiento del pueblo hacia el oriente; lo que fue determinante para que Barrancabermeja diera la cara al rio solo por los 180 metros, que tiene la rampa (mientras el mallado de la refinería posee 2 kilómetros sobre el río Magdalena) e indirectamente por medio de caño Cardales, el cual se encuentra totalmente degradado y sin cause en un sector.
Este panorama, desalentador, nos lleva a reflexionar sobre qué hubiera pasado si hubiéramos sido consientes de la importancia que siempre ha tenido para Barrancabermeja el rio; en ese caso, seguramente hubiéramos mirado hacia el caño Cardales, en lugar de urbanizar su ronda norte para degradarlo y convertirlo en una cañería de aguas negras a cielo abierto. Pero, también se puede decir que, mediante dicho conocimiento contextual, sería más fácil establecer pactos sociales que permitieran recuperar su cauce y adelantar las acciones necesarias para que su entorno se convirtiera en un espacio urbano de contemplación y por ende, de apropiación del caño.
ESPACIO PÚBLICO
Para comprender integralmente la problemática de invasión generalizada de rondas hídricas, andenes, antejardines, parques y vías que existen hoy en Barrancabermeja —afectando de manera dramática el medio ambiente y la vida del ciudadano de a pie— y así poder plantear soluciones efectivas al tema; se hace necesario conocer de qué proporción fueron las consecuencias culturales que la sobre expectativa laboral en torno a la industria petrolera tuvo para Barrancabermeja y su gente. En ese sentido, se podría relatar cómo la Troco para la construcción de su complejo industrial —llevado a cabo en un poblado de 404 chozas— demandó 3.000 trabajadores (Gniset A., 1997).
También se podría mencionar cómo para el periodo comprendido entre 1975 y 2000, —fruto de las ampliaciones emprendidas por Ecopetrol con la construcción de la Unidad de Balance y la Nueva Cracking— Barrancabermeja fue la primera ciudad de Colombia con el 93% de su área urbanizada informalmente (Julio García Merlno, 2006). Este contexto es el escenario propicio para preguntarnos si Barrancabermeja y su gente en algún momento rompe el círculo vicioso de la cultura de la invasión para dar paso a la cultura de la legalidad por convicción, que venga acompañado de un espacio público verdaderamente incluyente.
Citados los dos ejemplos anteriores, no quiero dejar en el tintero la idea de que el trasegar de la industria del petróleo para la ciudad ha sido nefasto, nada más alejado de la realidad; para corroborarlo bastaría mencionar el mayor aporte que cualquier industria le pueda dejar a una ciudad: la inversión en el desarrollo de su capital humano como lo ha hecho Ecopetrol durante años con el Plan Educacional otorgado a sus trabajadores para educar a sus hijos.
La Barrancabermeja que está por escribirse, merece ser visionada y establecida mediante la cultura «Decentenario» que traiga consigo nuevos diálogos y liderazgos (políticos, gremiales, sindicales, comunales, barriales) alejados de prevenciones y prácticas indebidas, con conocimiento de causa y consiente de todas las posibilidades y retos que le depara el mañana.
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JORGE LUIS RESTREPO MESA, Arquitecto, Magister en Gestión Urbana, es un habitual columnista de BARRANCABERMEJA VIRTUAL. Puede ser contactado en el correo electrónico: [email protected]
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