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Los 34 años de Yariguíes stereo.

Los 34 años de Yariguíes stereo.Por: Edgar Daniel Rodao.

 

Hace exactamente 34 años —justo cuando arrancaba en su primera etapa la emisora— hice parte del equipo que dio inicio a las labores en Barrancabermeja de Yariguíes stereo 102.7, quizás el proyecto radial más exitoso de las últimas décadas en nuestra ciudad.

 

Un reconocimiento que, sin duda, hay que asentir en la persona del doctor, Alfonso Eljach Merlano (q.e.p.d) y su esposa doña Vicky de Eljach (q.e.p.d.) y en su hijo el abogado, Alfonso Eljach Manrique.

 

Ser uno de los fundadores de Yariguíes hace 34 años fue una experiencia no solo profesional sino personal, que me dio la oportunidad de conocer más sobre el trabajo en los medios de comunicación y de paso disfrutar de la cálida amistad de muchos amigos que aún hoy, gracias a la vida, siguen vigentes y muy cercanos a mi corazón.

 

Para el año 1.985 recuerdo que yo vivía en Bogotá y en mis planes no figuraba regresar a Barrancabermeja. De momento mi proyecto era radicarme en la fría ciudad capitalina, por lo que anduve en un largo periplo, por todas las emisoras, buscando una oportunidad de empleo. Esa oportunidad nunca se dio.

 

Un día de esos, en que caminaba por el barrio Teusaquillo en donde están ubicadas una gran cantidad de emisoras en Bogotá, pasé por el edificio de Ecopetrol, equidistante entre la zona comercial de Chapinero y el centro de la ciudad.  Allí me encontré con el arquitecto Julio García Merlano, hermano del médico Alfonso Eljach (q.e.p.d.) y quien para la época se desempeñaba como funcionario de la estatal petrolera en Barranca y se hallaba de paso en Bogotá.

 

Cuando me vio, me reconoció y me dijo: —«Alfonso está montando una emisora en Barranca y creo que necesita gente para trabajar»—.

 

Le agradecí la información y de inmediato me puse en la tarea de averiguar qué tan avanzado iba el proyecto radial.  Me fui para el apartamento de los Eljach, al norte de Bogotá, familia que ya conocía desde 1.973 cuando muchos años antes me habían dado la oportunidad de trabajar en Radio Regia, una emisora que también había sido de propiedad de ellos y que había sido vendida a la cadena radial RCN.

 

En la puerta del apartamento me atendió Doris, una niñera, doméstica, empleada de toda la vida en esa casa. —«Váyase rápido para Barranca»—, me dijo afanada procurando ayudarme.

 

Sin pérdida de tiempo, en dos días, ya estaba en Barrancabermeja. Me presenté ante al médico Alfonso, le dije que me diera una oportunidad de trabajo. Me la concedió.

 

Hoy aprovecho para agradecerle por el apoyo que me brindó hace 34 años.

 

De inmediato comenzamos nuestra labor en Yariguíes. Todo estaba por hacer, sin duda fue una etapa maravillosa de mi vida.

 

Recuerdo que nos íbamos en compañía de los técnicos que ayudaron a instalar la emisora a recorrer todos los barrios de la ciudad para establecer las reales condiciones de potencia del transmisor.

 

La primera sorpresa era oír ese sonido perfecto, limpio e impecable que se ofrecía en la banda de FM (frecuencia modulada) y su alcance hasta más allá del puente sobre el río Sogamoso, que superaba técnicamente todo lo que existía hasta ese momento en materia radial en Barrancabermeja.

 

En la ciudad solo operaban emisoras en AM (amplitud modulada) que nunca habían podido alcanzar un nivel tan elevado de pureza en sus transmisiones.

 

Sin embargo, en Yariguíes todo era artesanal. No se conocía ni el computador, ni los teléfonos celulares, ni el internet, ni mucho menos las tabletas y los smartphones.

 

No se vayan a reír, pero nos sentíamos ‘felices’ porque la señal de la emisora llegaba hasta el puente sobre el río Sogamoso en la vía a Bucaramanga.  Por ejemplo, lograr que nos escucharan en la capital del departamento era todo un motivo para ‘sacar pecho’ y sentirnos orgullosos de lo que en esa época llamábamos ‘la potencia de la emisora’.

 

Alguna vez alguien sintonizó Yariguíes en el cerro de Jurisdicciones (ubicado sobre la cordillera oriental en el departamento de Norte de Santander) y para nosotros fue todo un acontecimiento de ‘honor mediático’ del que hacíamos alarde ante clientes, amigos y relacionados.

 

En esa época era imposible imaginar que nos escucharan por fuera del departamento y sí que menos que nos oyeran por fuera del país.  Si alguien, más allá de nuestras fronteras, quería conocer de nuestro trabajo, se hacía necesario grabarle anticipadamente en unos casetes lo que hacíamos y enviárselos por Servientrega. Era todo un proceso que demoraba días.

 

La música venía impresa en unos discos redondos de vinilo que se ponían a girar en un tocadiscos que daban la vuelta 33 o 45 veces por minuto dependiente del formato del acetato.

 

Los discos se vendían en almacenes que se dedicaban exclusivamente a esa actividad comercial y las muestras discográficas eran ofrecidas gratuitamente a las emisoras para que ayudaran en la promoción de los artistas.

 

Los comerciales se transmitían por casetes y se reproducían en unos aparatos que llamaban deck.

 

A los teléfonos les ponían un candado sobre el disco de marcación para evitar que la gente abusara con el uso del servicio.

 

Fueron tiempos inolvidables, marcados por la pasión y el cariño que siempre se le ha tenido a la radio.

 

Tiempo en el que nos integrábamos y nos dedicábamos con mucho afecto a nuestro trabajo.

 

Como anécdota recuerdo que en medio de lo artesanal que resultaban los equipos de transmisión, durábamos horas y horas para grabar un comercial hasta que quedaba perfecto y al gusto del cliente.

 

Muchas veces yo hacía de operador de sonido a Fabio Hernández Laverde a Orlando Sánchez o a doña Liliana Báez o también ocurría todo lo contrario, ellos me ayudaban a grabar los comerciales, especialmente don Leonel Martínez Madera (q.e.p.d) quien me colaboraba mucho en toda esa faena de diseñar y producir las cuñas.

 

Como en esa época no había aplicaciones, ni programas que editaran las cuñas digitalmente, (como hoy en día se hacen las producciones radiales), entonces todo tocaba hacerlo a pulso, pero al final se producían excelentes trabajos que impresionaban mucho al comercio barranqueño y que sirvieron para ayudar a impulsar la naciente empresa radial.

 

La emisora Yariguíes inició hace 34 años, con el señor Domiciano Manrique (q.e.p.d.) (administrador de la emisora), Carlos Julio Bayona y Leonel Martínez (q.e.p.d.) (operadores de sonido), Orlando Sánchez Carrasquilla, Liliana Baez Román y Edgar Daniel Rodao (locutores-vendedores) y una señora de nombre Xiomara Ochoa Sierra (en el cargo de secretaria) de la que jamás volví a tener noticia.

 

A los (4) meses de estar operando la emisora, en el mes de septiembre de 1.985, llegaron a Yariguíes stereo 4 personajes muy queridos y de grata recordación en la empresa.

 

Me refiero a los señores Fabio Hernández Laverde y su compañero de fórmula Orlando Sierra Pico quienes transmitían un programa llamado ‘Vibraciones del Rock’ con lo más selecto de la música angloamericana de esa época.  También llegaron a Yariguíes, Omar Torres Pinto (actualmente abogado de profesión) y quien se hizo muy famoso por un estribillo que usaba en sus programas (‘cucupá cucupá cucupá cucupá’) y don Hernán Córdoba Gómez como vendedor de publicidad.

 

Vienen a mi recuerdo clientes y amigos que apoyaron a Yariguíes hace 30 años, como don Pastor Julio Delgado y su hijo (Supermercado Mas por Menos), Luís Fernando Merchán (Almacén Comuneros), Ulises Castro y Édison Loaiza (Discos El Nuevo Tumbao), Gonzalo Ruiz Meneses (Foto Amparito), Carlos León y Elvira Saucedo (Droguería Carare), Rafael Calderón y su hermano Gustavo (Tico Tico),  Emiro Barragán (Almacenes Contrapol), Guillermo Rueda Serrano (Almacén Rueda), Josué Roldán (Droguerías Bolivariana y Torcoroma), Carlos Daniel Arias (Almacén Conforama), Elga Hernández (Variedades Infantiles Popy), Efraín Martínez (Restaurante La Mansión), Armando Ibarra Guerrero (Almacenes Nápoles y Rosita) entre otros muchos que se me escapan ahora mismo.

 

También el apoyo y la amistad de doña Abigail Serrano, la vecina muy especial y querida que siempre nos acompañó en esa época.  Igual gratos recuerdos muy especiales de doña Amanda quien todas las mañanas nos brindaba el tinto de los buenos días en un kiosco de su propiedad ubicado al frente del edificio de la emisora.

 

No puedo cerrar este comentario sin reconocer la labor de muchos locutores, hombres y mujeres de radio que conocí, trabajaron en Yariguíes stereo y pusieron su granito de arena en el fortalecimiento de esta gran empresa.

 

Rafael Rangel Manrique, Jhon Jairo Martínez, Kike Ramírez, Ancisar Suárez Díaz, Willy Santamaría Sampayo, Roberto Carlos Pazos, Luís Fernando Ramírez, Javier Avila Nieto, José Luís Aconcha, Julio Mejía López, Teresita Chávez, Hilda Delgado, Inger Molina, Jaime Alonso Mesa, Olga Celis, Sofia Cogollos, Román Beltrán, Rosberg Perilla, Pedro Severiche, Gustavo Arciniegas, Seomara Posada, Juvenal Bolívar Vega, Alberto Marín Rueda, Beatriz Del Risco, Nelly Martínez.

 

Sin embargo, de la que todos guardamos un especial cariño por su bondad, su carisma y su incondicional apoyo, es de la señora Victoria de Eljach (q.e.p.d.), —doña Vicky— como cariñosamente le decíamos.  Ella era el alma y nervio de la emisora, la que le ponía el condimento y el sabor al negocio, la que nos impulsaba y direccionaba hacia un mejor camino.

 

Ella lo sabía todo, era como una especie de Ursula Iguarán (la protagonista de Cien años de soledad), que representa a la mujer fuerte que saca adelante a su familia.

 

Por eso, la última vez que estuve en Barrancabermeja y visité las instalaciones de Yariguíes en el año 2.008, no fui capaz de seguir de la puerta de entrada, al ver clavado en la pared de la recepción un retrato de ella, en blanco negro, como anunciando que ya no estaba y que las cosas no eran igual que antes.

 

Aún así, creo que desde el cielo ella debe estar siguiendo, paso a paso, el crecimiento de la emisora, porque hoy, después de 34 años, Yariguíes stereo sigue siendo la primera y eso la debe hacer feliz en cualquier parte donde se encuentre.

 

¡A tiempos aquellos que no volverán!

 

Felicitaciones Yariguíes, formas parte de mi vida y de mis bellos recuerdos de Barrancabermeja.

 

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EDGAR DANIEL RODAO es un habitual columnista de BARRANCABERMEJA VIRTUAL.  Puede ser contactado en el correo electrónico: [email protected]

 

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