Yo no sé ustedes, pero, personalmente, estoy casando, “mamado” del lamento venezolano, de ese lloriqueo constante por una situación que —por dura que sea— no es ni la mitad de compleja y dura a la que sufrimos los colombianos.
No sé de dónde sacan la idea que la mejor forma de “liberarse” del tal llamado “régimen” sea pasearse como mendigos por todos los países vecinos, incluyendo desde luego como destino principal a Colombia.
No quiero pecar de xenófobo ni nada parecido, pero la indolencia, la falta de cortesía de nuestros hermanos venezolanos con nuestro país pareciera no tener límites.
Jamás se les escucha una frase de solidaridad hacia los colombianos de parte de estos vecinos, aunque sea un mensaje de amistad y de acompañamiento a nuestro “embolatado” proceso de paz, a las muertes de cientos de líderes opositores, llamados hoy día como «líderes sociales”, a nuestro duro y complejo problema de narcotráfico, a los miles de desplazados, la violencia generalizada y la delincuencia en nuestras ciudades. Repito, nunca se les oye una frase de solidaridad hacia el grave problema colombiano.
Colombia tiene una historia de sangre, violencia y guerra de más de 50 años seguidos que dejó más de 300.000 muertos y millones de desplazados por culpa del conflicto armado, pero de parte del exilio venezolano jamás hemos escuchado una voz de solidaridad ni de aliento.
Nuestra mal llamada democracia supera por mucho a Venezuela en temas como la corrupción, la violencia, la pobreza, el desplazamiento forzado, las muertes violentes, los secuestros, el imperio de las mafias del narcotráfico, la falta de independencia de los poderes públicos, la falta de libertad de prensa. En términos generales, económicamente estamos mal, muy mal.
En Colombia tan solo por citar el departamento de la Guajira han muerto de “hambre” óigase bien «física hambre» más de 5.000 niños en los últimos años, pero nos tenemos que “aguantar” el lamento diario —a toda hora— de nuestros vecinos queriendo derrocar un “régimen” porque dizque «antes eran millonarios y ahora no».
Néstor Humberto Martínez, antes de ser nuestro fiscal general era el abogado de Odebrecht, tenemos dos presidentes, uno “eterno”, si “eterno” y otro a quien denominan el “títere” elegido con fotocopias y con miles de formularios E14 alterados, un candidato que jamás lleno una plaza pública, que solo ganaba las encuestas institucionales, gobernando con un partido político que tiene la mayoría de sus dirigentes —o sus familiares— con investigaciones, huyendo o condenados por la justicia, ¿será esa la forma de liberación que buscan afanosamente nuestros vecinos venezolanos?
Nuestro presidente y su partido político están con el firme propósito de “hacer trizas” los acuerdos de paz, tal cual como lo prometieron en campaña.
Con todo el respeto y la consideración que me merecen nuestros hermanos venezolanos, la solución a sus problemas la tienen ustedes mismos, no la busquen por fuera de su país, esa experiencia ya la vivieron con un rotundo fracaso los cubanos del exilio en Miami, por más que quieran presionar, asfixiar el régimen, el resultado siempre será que este se fortalezca más si está la oposición por fuera
Su “lucha” solo ha servido para empoderar una clase política corrupta, violenta, inmisericorde con el pueblo, que bajo el pretexto de que “no queremos ser como Venezuela” está saqueando todos nuestros recursos, recortando nuestras libertades, imponiendo verdaderos estados fascistas donde la guerra y el «todo vale» son las prioridades.
Estoy de acuerdo con la periodista María Antonia Pardo cuando dice que lo peor del cuento es que mientras nuestra nariz anda «oliendo la caca ajena” …
— El fiscal sigue atornillado en la Fiscalía
— La inversión extranjera se contrajo
— La Corte Suprema de Justicia nada que condena a Uribe
— En Colombia un líder social muere cada día
— El Chocó está bajo el agua
— La clase media asfixiada
— Los «gota a gota» siguen siendo el banco de los pobres
— Nuestros «sabios» gobernantes comparan cualquier pendejada con la caída del muro de Berlín
— La Guajira pasa hambre
— A la pizza le siguen poniendo piña
— No firman la JEP, columna vertebral del acuerdo de paz
— Tampoco van a restituir las tierras de los desplazados
— Desde la Agencia de Desarrollo Rural se torpedeará la paz
— Mataron a la Alta Consejería para el Posconflicto
— A la oblea le siguen echando queso y mora
— En Colombia cualquier «wannabe» (aspirante) no diplomático puede ser embajador o cónsul
— La experiencia laboral se certifica (se inventa) en Notaría
— Mientras la inseguridad aumenta, los policías se dedican a decomisar dosis mínima y fritos
— A la empanada le siguen echando arroz y papa
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