Requerimos leyes cada vez más rigurosas para poder convivir, para vivir en comunidad de la manera más armónica posible, lo que ha llevado a que se tengan normas cada vez más detalladas que regulen nuestro comportamiento social.
Esto sucede porque no somos capaces de autorregularnos, de cumplir unos mínimos de respeto y consideración hacia el otro, lo que lleva a que se necesite toda una normatividad, con sus requisitos, autoridades, sanciones, etcétera, que nos digan cómo comportarnos, que hacer y qué no hacer en los espacios que compartimos, y hasta lo que debemos hacer en los propios hogares.
Lo peor del asunto es que ni somos capaces de autorregularnos ni la ley es cumplida a cabalidad, y eso lleva a consecuencias que no todos los ciudadanos están dispuestos a enfrentar, no solo discusiones y peleas, también multas y detenciones.
La cuestión es que nuestra cultura ha dejado atrás el interés general y ha puesto por encima el interés particular, puede ser una simplificación de un asunto más complejo pero sirve para entender lo que sucede.
No es raro encontrar una persona arrojando basura en la calle, en el día que no hay recolección y se justifica diciendo que no puede tenerla en la casa. Tampoco es extraño la persona que usa su equipo de sonido con el máximo volumen y se justifica diciendo que esta de celebración. También está la persona que pasea a su mascota y no recoge sus deposiciones, y se aleja sin importarle.
Y así se podrían señalar muchos comportamientos similares, que el respeto por uno mismo y los demás, el sentido común y la ley prohíben pero que son comunes en la vida diaria.
En términos reales, ese tipo de situaciones no se deberían presentar. La basura se arroja en el sitio y el día indicado, la música se debe escuchar a un volumen adecuado, lo que dejen las mascotas deben ser recogidos por sus dueños, no solo por una mejor convivencia sino por respeto con toda la comunidad.
Es indispensable autorregularnos, no esperar tener el policía al lado para cumplir la ley, para mejorar nuestra calidad de vida.
Un esfuerzo personal tiene consecuencias sociales, el no arrojar basura en la calle, cada persona lo puede hacer, tiene como efectos no solo estéticos en la ciudad también previene el taponamiento de alcantarillas y la consiguiente inundación de calles, la proliferación de plagas, entre otras cosas.
Cada uno debe ser responsable de su comportamiento, de lo contrario toda la comunidad tendrá que sufrir las consecuencias.
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