El Magdalena Medio más que una verdadera región, es una referencia territorial que no tiene realidad social, cultural, política ni histórica, por lo cual los intentos de fundar este espacio terminan siendo estériles e infortunados.
No hay forma de unir en un proyecto de región un área tan diversa en términos de tradiciones culturales, estructuras sociales, actividades económicas y consensos políticos.
Ese gran Magdalena Medio que para algunos comprende parte de 4 departamentos y más de 30 municipios es solo una convención usada por algunas instituciones, la mayor parte militares, pero que no tiene asidero en la realidad territorial.
Si se quiere hablar de región hay que ser más concretos y buscar coincidencias económicas y sociales que permitan generar espacios comunes a partir de los cuales construir lazos de solidaridad y edificar región.
En este sentido y para la discusión se podría pensar más bien en una región petrolera y palmera, con los municipios del Magdalena Medio que tienen en común su relación con la industria petrolera y de la palma, como Barrancabermeja, Yondo, Cantagallo, Puerto Wilches y Sabana de Torres, los cuales podrían constituirse como una estructura administrativa y de gestión que realmente responda a dinámicas económicas y sociales, pues existirían bases a partir de las cuales construir un espacio político, económico y social que construya un imaginario espacial más cercano a la población. y esto es necesario pues las dificultades que se han presentado en los últimos años, como la disminución en el reparto de las regalías, las afectaciones ambientales, la dependencia a estas actividades extractivas, la ausencia de apoyo del gobierno nacional, la precariedad de la representación política, el aislamiento institucional, entre otras, requieren que los municipios busquen aliados con realidades comunes que permitan una mayor fuerza para le gestión pública a través de las nuevas entidades territoriales.
Estos municipios han sido históricamente el patio trasero de las entidades territoriales a las que pertenecen, pues a pesar de las riquezas que generan poco han gozado de los beneficios de esa realidad económica.
Es claro que una región no es la solución a los problemas de las comunidades de esas municipalidades, pero se podría pensar en una nueva dimensión en la gestión del territorio, que permita compartir capacidades administrativas, fortalecer la presencia institucional, generar nuevos espacios de gestión específicos para el área, reestructurar la presencia de otros niveles del Estado, entre otras cosas.
Esperemos que la academia y las organizaciones sociales y gremiales empiecen a abordar esta discusión, más aun cuando es claro que la industria extractiva del petróleo y el monocultivo de la palma no son sustentables económicamente ni amigables con el medio ambiente, lo que hace necesario mirar otras fuentes de desarrollo económico y social, como el turismo o la logística, y una región con los municipios mencionados tendría un gran potencial en estas áreas, y con estos pocos entes territoriales que cuentan con una referencia económica común se podría avanzar en discusiones serias en temas como el desarrollo turístico y la transición a energías limpias.
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