Por: Jaime Calderón Herrera
Muchos dicen que la impresión que alguien se forma de una persona sucede de forma intuitiva en los primeros seis segundos, y lo que viene después, sirve para ratificar o crear dudas sobre la percepción de la primera vista.
Muchos otros que han estudiado la violencia humana, han concluido que nacemos con un impulso inhibitorio hacia la agresión, el cual puede ser ignorado por coyunturas emocionales, por aprendizaje (entrenamiento) o por fenómenos culturales.
Es así, que es más difícil agredir (sin los contaminantes mencionados) a otro individuo, en un enfrentamiento personal, donde el agresor mire a los ojos a su víctima, y es más fácil, para un piloto de bombardero, soltar una bomba atómica que destruya decenas de miles de vidas humanas.
Por supuesto que hay excepciones, como la de los grandes criminales, desprovistos de miedos y de culpas y que actúan sin miramientos ni remordimientos (son los “frenteros”, como en la serie de El Patrón del mal).
Con la Internet, aparecieron los “trolls”, que pudiera traducirse como fantasmas o duendes, y que son aquellos individuos que hacen comentarios con inusual agresividad y grosería a todo tipo de publicaciones.
Por cuenta de ellos, desaparecieron las cuentas de correo en las columnas de los periódicos, y se requiere de inscripción previa para hacer comentarios, en un intento de disuadirlos bajo el hecho de la posible identificación del autor de los agravios.
Según un comentarista de La Vanguardia, la hostilidad se relacionaba con el anonimato, pero un estudio de la Universidad de Haifa resalta el rol del contacto visual. En el experimento, se estudiaron 71 parejas desconocidas entre sí, quienes se sometieron a discutir un tema sensible mediante Instant Messenger, manteniendo siempre contacto visual directo, personal o por webcam.
Cuando no hubo el contacto visual, aumentaron al doble las probabilidades de comportamientos hostiles.
El autor del experimento concluye que mirar a los ojos ayuda a comprender los sentimientos del otro y ver las señales que la otra persona está tratando de enviar.
Ahora que en buena hora estamos intentando terminar el conflicto armado, debemos citarnos más entre diferentes, para hablarnos mirándonos a los ojos, para crear la cultura de la reconciliación y sepultar la del lenguaje violento y rencoroso.