Por: Jaime Calderón Herrera
El pasado 12 de febrero, El Tiempo registró el lanzamiento en Colombia del libro de Adam Kahane prologado por J.M.Santos, cuyo título tomé prestado para esta columna.
El autor, quien ha liderado procesos “que permiten resolver desafíos complejos en forma pacífica y estable en más de 50 países”, confiere a estas dos palabras un sentido diferente, de tal manera que el poder no necesariamente esté vinculado a la destrucción y el amor no siempre tenga que ver con el romanticismo.
Para Kahane, el amor es la voluntad de unir y el poder es la voluntad para avanzar logrando objetivos.
Santos y Kahane fueron los artífices de un proceso inédito en Colombia, utilizando la metodología creada por el segundo y denominada “Planeación por escenarios”, logrando un increíble documento titulado Destino Colombia, construido desde la diferencia y con participación de todo tipo de actores del conflicto reunidos en 1997 durante nueve días en el recinto Quirama de Rionegro.
Destino Colombia dedujo tres escenarios , dos de los cuales se han sucedido proféticamente y sin duda el presidente Santos hoy da rienda suelta al último denominado “La Unión hace la Fuerza”, donde descubriremos según el documento, la fuerza de la unión , en el trabajo aún con los enemigos, y renunciamos a la tendencia de trabajar aislados y divididos.
Santos dijo: “…ese escenario que parte del empoderamiento de la sociedad civil para la resolución de sus conflictos, es el camino que queremos hacer realidad hoy”, y para la Revista Nueva Crónica escribió el Presidente: “…este libro nos inspira a llevar a cabo aquella propuesta de Hegel de convertir la gestión pública en la realización de una obra colectiva comparable con las obras de arte individuales que representan la mejor faceta de la condición humana”.
El Presidente no está improvisando, su trabajo desde hace 16 años con el asesoramiento de muchos de los que saben y de muchos de los que poseen y definen, me permiten ser optimista en el próximo futuro de Colombia, aunque como nos recordó en febrero, el camino es largo y accidentado, pero nadie va a hacer el trabajo que necesitamos, diferente a nosotros mismos.