Por: Jaime Calderón Herrera
El pasado miércoles se dieron cita en Medellín un grupo muy diverso de actores sociales, académicos y políticos, con el propósito de construir una respuesta al clamor de una sociedad que mira con desconcierto el desmoronamiento de los valores y el paulatino deterioro de la credibilidad en las instituciones, y por ende, el alejamiento de las metas en justicia, equidad, crecimiento y reconciliación, reclamando una dirigencia experta, democrática y ética.
Construir desde la diferencia y la diversidad es lo recomendado, pero es lo más difícil, máxime en Colombia, donde reina el escepticismo y la confusión. No obstante la magnitud del reto, en apenas dos horas lograron acordar un documento que abarca principios y propósitos, orientados a abrir un diálogo nacional que logre lo que reclamaba el asesinado dirigente conservador Álvaro Gómez: un gran acuerdo sobre lo fundamental.
Personas del Conservatismo, del Liberalismo, del Progresismo, de los Verdes, de las organizaciones sociales, de los afrocolombianos, de los indígenas, de la academia afirmaron, entre otras cosas:
“El objetivo principal que nos une es recuperar el sentido público, ético y representativo de la política. Nos proponemos hacer frente a la corrupción en el sector público y el privado, a la captura criminal de lo público, al uso de las instituciones del Estado no al servicio del ciudadano, sino de la clase política que lo dirige. Lo que necesita el país no es la reconciliación de personalismos, sino la reconciliación de la política con las aspiraciones de la ciudadanía”.
Antes del encuentro, periodistas interesados desinformaron, con la hipótesis de que la intención del encuentro tendría algo que ver con las diferencias entre Santos y Uribe. Luego han querido minimizarlo, criticando la diversidad ideológica, atacando las personas y augurando el fracaso. También ha habido manifestaciones de un escepticismo leal y muchas de gran aceptación, pues responde a una necesidad, y quienes se convocaron están alejados de sectarismos.
Afortunadamente la comunicación moderna, en la voz a voz de las redes sociales, es más efectiva que la manipulación de los medios, y en los próximos meses la nación entera se volcará a pedir la palabra y a consolidar un nuevo movimiento de masas con vocación y posibilidad de poder.
Los politiqueros acostumbran proponer candidatos y luego construirles un programa. Ahora de lo que se trata es de construir un acuerdo y luego seleccionar al personero del mandato construido entre todos.